domingo, 15 de octubre de 2017

ORAR CON EL CORAZÓN


Orar con el corazón



“Por «corazón» se entiende el centro del ser humano, la raíz de las facultades activas del intelecto y la voluntad, el punto de donde proviene y hacia el cual converge toda la vida espiritual. Es la surgente oscura y profunda de la que brota toda la vida síquica y espiritual del hombre” (A. Gasparino). La Reina de la Paz pide que te atrevas a orar desde el corazón.

Hoy los invito a la oración con el corazón. Durante este tiempo de gracia yo deseo que cada uno de ustedes esté unido con Jesús, pero sin la oración incesante ustedes no podrán experimentar la belleza y la grandeza de la gracia que Dios les ofrece. Por tanto, hijitos, en todo momento llenen sus corazones incluso con las más pequeñas oraciones. Yo estoy con ustedes y velo sin cesar por cada corazón que se entrega a Mí. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!

La oración que haces al comenzar la jornada y al terminarla, es la expresión de tu amor y confianza en Dios. Entre estos dos momentos, si amas de verdad a Dios con toda el alma y con todas las fuerzas, como dice la Palabra, de alguna manera el recuerdo y la presencia del Señor te acompañarán en las variadas tareas de tu jornada.


* Enviado por el P. Natalio

LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 15 OCTUBRE


Los cinco minutos de María
Octubre 15




Hay una sola cosa en la que no cabe el quizá: es el amor.
Así como la Virgen Santísima amó a Dios y a los hombres con toda su intensidad y con toda la vehemencia de su corazón, así debemos hacer nosotros: hemos de amar siempre sin restricciones, sin límites, sin excepciones de ninguna clase; hemos de amar a Dios cuanto seamos capaces de amar, hemos de amar el prójimo, todo cuanto el prójimo necesita de nosotros.

La Iglesia te llama Madre del amor hermoso; haz que la hermosura de nuestro amor consista en dar la vida por lo que amamos


* P. Alfonso Milagro

SANTA TERESA DE ÁVILA, DOCTORA DE LA IGLESIA, 15 OCTUBRE


Santa Teresa de ÁvilaVirgen y Doctora de la Iglesia
(1515-1582)

                                     

"En la cruz está la gloria, Y el honor,
Y en el padecer dolor, Vida y consuelo,
Y el camino más seguro para el cielo."


Reformadora del Carmelo, Madre de las Carmelitas Descalzas y de los Carmelitas Descalzos; "mater spiritualium" (título debajo de su estatua en la basílica vaticana); patrona de los escritores católicos y Doctora de la Iglesia (1970): La primera mujer, que junto a Santa Catalina de Sena recibe este título.



Nació en Ávila, España, el 28 de marzo de 1515.

Su nombre, Teresa de Cepeda y Ahumada, hija de  Alonso Sánchez de Cepeda y Beatriz Dávila Ahumada. En su casa eran 12 hijos. Tres del primer matrimonio de Don Alonso y nueve del segundo, entre estos últimos, Teresa.  Escribe en su autobiografía: "Por la gracia de Dios, todos mis hermanos y medios hermanos se asemejaban en la virtud a mis buenos padres, menos yo".

De niños, ella y Rodrigo, su hermano,  eran muy aficionados a leer vidas de santos, y se emocionaron al saber que los que ofrecen su vida por amor a Cristo reciben un gran premio en el cielo. Así que dispusieronse irse a tierras de mahometanos a declararse amigos de Jesús y así ser martirizados para conseguir un buen puesto en el cielo. Afortunadamente, por el camino se encontraron con un tío suyo que los regresó a su hogar. Entonces dispusieronse construir una celda en el solar de la casa e irse a rezar allá de vez en cuando, sin que nadie los molestara ni los distrajese.

La mamá de Teresa murió cuando la joven tenía apenas 14 años. Ella misma cuenta en su autobiografía: "Cuando empecé a caer en la cuenta de la pérdida tan grande que había tenido, comencé a entristecerme sobremanera. Entonces me arrodillé delante de una imagen de la Santísima Virgen y le rogué con muchas lágrimas que me aceptara como hija suya y que quisiera ser Ella mi madre en adelante. Y lo ha hecho maravillosamente bien".

Sigue diciendo ella: "Por aquel tiempo me aficioné a leer novelas. Aquellas lecturas enfriaron mi fervor y me hicieron caer en otras faltas. Comencé a pintarme y a buscar a parecer y a ser coqueta. Ya no estaba contenta sino cuando tenía una novela entre mis manos. Pero esas lecturas me dejaban tristeza y desilusión".

Afortunadamente el papá se dio cuenta del cambio de su hija y la llevó a los 15 años, a estudiar interna en el colegio de hermanas Agustinas de Ávila. Allí, después de año y medio de estudios enfermó y tuvo que volver a casa.

Providencialmente una persona piadosa puso en sus manos "Las Cartas de San Jerónimo", y allí supo por boca de tan grande santo, cuán peligrosa es la vida del mundo y cuán provechoso es para la santidad el retirarse a la vida religiosa en un convento. Desde entonces se propuso que un día sería religiosa.

Comunicó a su padre el deseo que tenía de entrar en un convento. Él, que la quería muchísimo, le respondió: "Lo harás, pero cuando yo ya me haya muerto". La joven sabía que el esperar mucho tiempo y quedarse en el mundo podría hacerla desistir de su propósito de hacerse religiosa. Y entonces se fugó de la casa. Dice en sus recuerdos: "Aquel día, al abandonar mi hogar sentía tan terrible angustia, que llegué a pensar que la agonía y la muerte no podían ser peores de lo que experimentaba yo en aquel momento. El amor de Dios no era suficientemente grande en mí para ahogar el amor que profesaba a mi padre y a mis amigos".

La santa determinó quedarse de monja en el convento de Ávila. Su padre al verla tan resuelta a seguir su vocación, cesó de oponerse. Ella tenía 20 años. Un año más tarde hizo sus tres juramentos o votos de castidad, pobreza y obediencia y entró a pertenecer a la Comunidad de hermanas Carmelitas.

Poco después de empezar a pertenecer a la comunidad carmelitana, se agravó de un mal que la molestaba. Quizá una fiebre palúdica. Los médicos no lograban atajar el mal y éste se agravaba. Su padre la llevó a su casa y fue quedando casi paralizada. Pero esta enfermedad le consiguió un gran bien, y fue que tuvo oportunidad de leer un librito que iba a cambiar su vida. Se llamaba "El alfabeto espiritual", por Osuna, y siguiendo las instrucciones de aquel librito empezó a practicar la oración mental y a meditar. Estas enseñanzas le van a ser de inmensa utilidad durante toda su vida. Ella decía después que si en este tiempo no hizo mayores progresos fue porque todavía no tenía un director espiritual, y sin esta ayuda no se puede llegar a verdaderas alturas en la oración.

A los tres años de estar enferma encomendó a San José que le consiguiera la gracia de la curación, y de la manera más inesperada recobró la salud. En adelante toda su vida será una gran propagadora de la devoción a San José, Y todos los conventos que fundará los consagrará a este gran santo.

Teresa tenía un gran encanto personal, una simpatía impresionante, una alegría contagiosa, y una especie de instinto innato de agradecimiento que la llevaba a corresponder a todas las amabilidades. Con esto se ganaba la estima de todos los que la rodeaban. Empezar a tratar con ella y empezar a sentir una inmensa simpatía hacia su persona, eran una misma cosa.

En aquellos tiempos había en los conventos de España la dañosa costumbre de que las religiosas gastaban mucho tiempo en la sala recibiendo visitas y charlando en la sala con las muchas personas que iban a gozar de su conversación. Y esto le quitaba el fervor en la oración y no las dejaba concentrarse en la meditación y se llegó a convencer de que ella no podía dedicarse a tener verdadera oración con Dios porque era muy disipada. Y que debía dejar de orar tanto.

A ella le gustaban los Cristos bien chorreantes de sangre. Y un día al detenerse ante un crucifijo muy sangrante le preguntó: "Señor, ¿quién te puso así?", y le pareció que una voz le decía: "Tus charlas en la sala de visitas, esas fueron las que me pusieron así, Teresa". Ella se echó a llorar y quedó terriblemente impresionada. Pero desde ese día ya no vuelve a perder tiempo en charlas inútiles y en amistades que no llevan a la santidad. Y Dios en cambio le concederá enormes progresos en la oración y unas amistades formidables que le ayudarán a llegar a la santidad.

Teresa tuvo dos ayudas formidables para crecer en santidad: su gran inclinación a escuchar sermones, aunque fueran largos y cansones y su devoción por grandes personajes celestiales. Además de su inmensa devoción por la Santísima Virgen y su fe total en el poder de intercesión de san José, ella rezaba frecuentemente a dos grandes convertidos: San Agustín y María Magdalena. Para imitar a esta santa que tanto amó a Jesús, se propuso meditar cada día en la Pasión y Muerte de Jesús, y esto la hizo crecer mucho en santidad. Y en honor de San Agustín leyó el libro más famoso del gran santo "las Confesiones", y su lectura le hizo enorme bien.

Como las sequedades de espíritu le hacían repugnante la oración y el enemigo del alma le aconsejaba que dejara de rezar y de meditar porque todo eso le producía aburrimiento, su confesor le avisó que dejar de rezar y de meditar sería entregarse incondicionalmente al poder de Satanás y un padre jesuita le recomendó que para orar con más amor y fervor eligiera como "maestro de oración" al Espíritu Santo y que rezara cada día el Himno "Ven Creador Espíritu". Ella dirá después: "El Espíritu Santo como fuerte huracán hace adelantar más en una hora la navecilla de nuestra alma hacia la santidad, que lo que nosotros habíamos conseguido en meses y años remando con nuestras solas fuerzas".

Y el Divino Espíritu empezó a concederle Visiones Celestiales. Al principio se asustó porque había oído hablar de varias mujeres a las cuales el demonio engañó con visiones imaginarias. Pero hizo confesión general de toda su vida con un santo sacerdotes y le consultó el caso de sus visiones, y este le dijo que se trataba de gracias de Dios.

Nuestro Señor le aconsejó en una de sus visiones: "No te dediques tanto a hablar con gente de este mundo. Dedícate más bien a comunicarte con el mundo sobrenatural". En algunos de sus éxtasis se elevaba hasta un metro por los aires (Éxtasis es un estado de contemplación y meditación tan profundo que se suspenden los sentidos y se tienen visiones sobrenaturales). Cada visión le dejaba un intenso deseo de ir al cielo. "Desde entonces – dice ella – dejé de tener medio a la muerte, cosa que antes me atormentaba mucho". Después de una de aquellas visiones escribió la bella poesía que dice: "Tan alta vida espero que muero porque no muero".

Teresa quería que los favores que Dios le concedía permanecieran en secreto, pero varias personas de las que la rodeaban empezaron a contar todo esto a la gente y las noticias corrían por la ciudad. Unos la creían loca y otros la acusaban de hipócrita, de orgullo y presunción.

San Pedro Alcántara, uno de los santos más famosos de ese tiempo, después de charlar con la famosa carmelita, declaró que el Espíritu de Dios guiaba a Teresa.

La transverberación. Esta palabra significa: atravesarlo a uno con una  gran herida. Dice ella: "Vi un ángel que venía del tronco de Dios, con una espada de oro que ardía al rojo vivo como una brasa encendida, y clavó esa espada en mi corazón. Desde ese momento sentí en mi alma el más grande amor a Dios".

Desde entonces para Teresa ya no hay sino un solo motivo para vivir: demostrar a Dios con obras, palabras, sufrimientos y pensamientos que lo ama con todo su corazón. Y obtener que otros lo amen también.

Al hacer la autopsia del cadáver de la santa encontraron en su corazón una cicatriz larga y profunda.

Para corresponder a esta gracia la santa hizo el voto o juramento de hacer siempre lo que más perfecto le pareciera y lo que creyera que le era más agradable a Dios. Y lo cumplió a la perfección. Un juramento de estos no lo pueden hacer sino personas extraordinariamente santas.

En aquella época del 1500 las comunidades religiosas habían decaído de su antiguo fervor. Las comunidades eran demasiado numerosas lo cual ayudaba mucho a la relajación. Por ejemplo el convento de las carmelitas de Ávila tenía 140 religiosas. Santa Teresa exclamaba: "La experiencia me ha demostrado lo que es una casa llena de mujeres. Dios me libre de semejante calamidad".

Un día una sobrina de la santa le dijo: "Lo mejor sería fundar una comunidad en que cada casa tuviera pocas hermanas". Santa Teresa consideró esta idea como venida del cielo y se propuso fundar un nuevo convento, con pocas hermanas pero bien fervorosas. Ella llevaba ya 25 años en el convento. Una viuda rica le ofreció una pequeña casa para ello. San Pedro de Alcántara, San Luis Beltrán y el obispo de la ciudad apoyaron la idea. El Provincial de los Carmelitas concedió el permiso.

Sin embargo la noticia produjo el más terrible descontento general y el superior tuvo que retirar el permiso concedido. Pero Teresa no era mujer débil como para dejarse derrotar fácilmente. Se consiguió amigos en el palacio del emperador y obtuvo una entrevista con Felipe II y este quedó encantado de la personalidad de la santa y de las ideas tan luminosas que ella tenía y ordenó que no la persiguieran más. Y así fue llenando España de sus nuevos conventos de "Carmelitas Descalzas", poquitas y muy pobres en cada casa, pero fervorosas y dedicadas a conseguir la santidad propia y la de los demás.


Se ganó para su causa a San Juan de la Cruz, y con él fundó los Carmelitas descalzos. Las carmelitas descalzas son ahora 14,000 en 835 conventos en el mundo. Y los carmelitas descalzos son 3,800 en 490 conventos.

Por orden expresa de sus superiores Santa Teresa escribió unas obras que se han hecho famosas. Su autobiografía titulada "El libro de la vida"; "El libro de las Moradas" o Castillo interior; texto importantísimo para poder llegar a la vida mística. Y "Las fundaciones: o historia de cómo fue creciendo su comunidad. Estas obras las escribió en medio de mareos y dolores de cabeza. Va narrando con claridad impresionante sus experiencias espirituales. Tenía pocos libros para consultar y no había hecho estudios especiales. Sin embrago sus escritos son considerados como textos clásicos en la literatura española y se han vuelto famosos en todo el mundo.

Santa Teresa murió el 4 de octubre de 1582 y la enterraron al día siguiente, el 15 de octubre. ¿Por qué esto? Porque en ese día empezó a regir el cambio del calendario,  cuando el Papa añadió 10 días al almanaque para corregir un error de cálculo en el mismo que llevaba arrastrándose ya por años. 

EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 15 OCTUBRE 2017


Lecturas de hoy Domingo 28º del Tiempo Ordinario - Ciclo A
 Hoy, domingo, 15 de octubre de 2017




Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (25,6-10a):

Aquel día, el Señor de los ejércitos preparará para todos los pueblos, en este monte, un festín de manjares suculentos, un festín de vinos de solera; manjares enjundiosos, vinos generosos. Y arrancará en este monte el velo que cubre a todos los pueblos, el paño que tapa a todas las naciones. Aniquilará la muerte para siempre. El Señor Dios enjugará las lágrimas de todos los rostros, y el oprobio de su pueblo lo alejará de todo el país. Lo ha dicho el Señor. Aquel día se dirá: «Aquí está nuestro Dios, de quien esperábamos que nos salvara; celebremos y gocemos con su salvación. La mano del Señor se posará sobre este monte.»

Palabra de Dios

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Salmo
Sal 22, 1-6

R/. Habitaré en la casa del Señor
por años sin término

El Señor es mi pastor, nada me falta: 
en verdes praderas me hace recostar; 
me conduce hacia fuentes tranquilas 
y repara mis fuerzas. R/. 

Me guía por el sendero justo, 
por el honor de su nombre. 
Aunque camine por cañadas oscuras, 
nada temo, porque tú vas conmigo: 
tu vara y tu cayado me sosiegan. R/. 

Preparas una mesa ante mí, 
enfrente de mis enemigos; 
me unges la cabeza con perfume, 
y mi copa rebosa. R/. 

Tu bondad y tu misericordia me acompañan 
todos los días de mi vida, 
y habitaré en la casa del Señor 
por años sin término. R/.
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Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses (4,12-14.19-20):

Sé vivir en pobreza y abundancia. Estoy entrenado para todo y en todo: la hartura y el hambre, la abundancia y la privación. Todo lo puedo en aquel que me conforta. En todo caso, hicisteis bien en compartir mi tribulación. En pago, mi Dios proveerá a todas vuestras necesidades con magnificencia, conforme a su espléndida riqueza en Cristo Jesús. A Dios, nuestro Padre, la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Palabra de Dios

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Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Mateo (22,1-14):

En aquel tiempo, de nuevo tomó Jesús la palabra y habló en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: «El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo. Mandó criados para que avisaran a los convidados a la boda, pero no quisieron ir. Volvió a mandar criados, encargándoles que les dijeran: "Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas, y todo está a punto. Venid a la boda." Los convidados no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios; los demás les echaron mano a los criados y los maltrataron hasta matarlos. El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad. Luego dijo a sus criados: "La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos, y a todos los que encontréis, convidadlos a la boda." Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales. Cuando el rey entró a saludar a los comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo: "Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin vestirte de fiesta?" El otro no abrió la boca. Entonces el rey dijo a los camareros: "Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes." Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos.»

Palabra del Señor

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Comentario al Evangelio de hoy domingo, 15 de octubre de 2017
Fernando Torres cmf


¿Se puede ir a un banquete con cara de pocos amigos?

      El otro día me invitaron unos amigos a comer en su casa. Cuando llegué, me encontré que había unos cuantos matrimonios reunidos. Era un grupo de amigos y familiares. Todos compartían la comida en amistad. Todos, menos una mujer que permanecía en silencio. Un poco ausente y con cara de pocos amigos. Alrededor de ella se notaba que el ambiente estaba un poco más frío. La parte más animada de la fiesta estaba en el lado opuesto a donde estaba ella. Y si ella se movía, parecía que llevase consigo la frialdad y el aburrimiento. No era difícil fijarse en ella. Ciertamente llamaba la atención. No nos aguó la fiesta. Pero poco faltó. 

      El Evangelio de hoy nos habla también de una fiesta. Un rey que organiza las bodas de su hijo. Eso sí que debía ser una auténtica fiesta. Pero resulta que los invitados no quieren ir. El primer inconveniente. Desprecian el banquete preparado por el rey. Tanto que el rey decide buscar otros invitados. Y vienen. Claro que sí. La gente no desprecia un banquete ni una fiesta. Es la expresión de la alegría y el gozo, de la abundancia y la plenitud. Lo que nos sorprende es la actitud final del rey. ¿Por qué echa a ese invitado que se había olvidado de llevar un traje adecuado? Esto que hoy nos relata el Evangelio es una parábola de Jesús. Se supone que el rey es Dios que invita a todos los hombres y mujeres a su banquete. Entendemos que se queden fuera los que no quieren ir, los que expresamente rechaza la invitación. Pero, ¿cómo es posible que Dios eche a alguien? ¿No está eso en contra de esa imagen de Dios Padre que acoge a todos y perdona todo?

      La verdad es que Dios no echa a nadie. No expulsa a nadie. Somos nosotros los que no entramos de verdad en la fiesta. Cuando ponemos cara de pocos amigos, nosotros mismos nos excluimos de la fiesta. Pasa como con aquella mujer de la historia. En torno a ella se creaba un ambiente de frialdad. Cerca de ella no había fiesta. Era como una especie de virus infeccioso que hacía que los que estaban cerca de ella no pudiesen celebrar ni gozar. 

      En nuestras manos está el entrar a participar en el banquete de la vida al que Dios nos invita. Pero tenemos que saber vestirnos para la ocasión. La fraternidad, la sonrisa, la justicia, son las ropas que nos adornarán y que harán la fiesta posible. No vaya a ser que le agüemos la fiesta a Dios y a nuestros hermanos.



Para la reflexión

¿Estamos siempre preparados para el banquete de Dios? ¿Tenemos suficiente justicia, fraternidad, compasión, misericordia y alegría como para vestirnos, como para compartir? ¿Qué hacemos para que nadie se quede sin su vestido?

TODOS INVITADOS A LA BODA DEL HIJO DEL REY


Todos invitados a la boda del Hijo del Rey
El banquete de fiesta como una semejanza del Juicio Final


Por: P. Jesús Martí Ballester | Fuente: Catholic.net 




1. Lógicamente, después de escuchar el salmo 129 con que hemos comenzado la celebración eucarística: "Si llevas cuenta de los delitos, Señor, quién podrá resistir" tu presencia, hemos reconocido nuestros pecados, poniendo la confianza absoluta en El, "porque de El procede el perdón" y sólo espera que se lo pidamos para perdonarnos y olvidar nuestros pecados como si los arrojara a lo más profundo del océano.


2. Le está llegando la Hora a Jesús. Le quedan pocos días de vida. Tanto en la parábola de los homicidas de la viña del domingo anterior, como en la de hoy, la invitación a la boda rechazada por unos hombres descorteses que se van a sus negocios, como por otros más vengativos y criminales, que ultrajaron a los criados y les mataron, ya profetizó su próxima muerte. Ambas parábolas son proféticas y en ellas Jesús quiere dejarles claro a sus enemigos que les ve venir y que está dispuesto a obedecer la voluntad del Padre, no huyendo de la muerte que ve cercana, sino manteniéndose firme ante el peligro inminente, que, por otra parte desea con anhelo que llegue, pues para esto ha venido.

Las dos parábolas desvelan igualmente el castigo que recibirá Israel: “El rey, montando en cólera, envió sus ejércitos, hizo matar a aquellos asesinos y prendió fuego a la ciudad”. Este anuncio profético se cumplió pavorosamente, en la invasión de Vespasiano y la destrucción de Jerusalén por los ejércitos romanos de Tito.

3. Iluminado Isaías por la intuición profética, describe un cuadro fascinante, en que resplandece en toda su amplitud el universalismo mesiánico. Presenta Isaías a Dios como un gran Rey, que ofrece el banquete de las bodas de su hijo a todas las naciones, en su palacio, en el Monte Sión, situado en Jerusalén, con "Manjares suculentos, enjundiosos, vinos generosos" Isaías 25,6. Se queda corto el profeta, porque no llegó a vislumbrar en toda su realidad espiritual y universal el banquete mesiánico, la Eucaristía, prenda del banquete de la bienaventuranza. Ah! Si nosotros por una gracia especial, pudiéramos atisbar lo que es la Comunión!

La incorporación a Dios, nuestra unidad con El, como la experimentó al comulgar un día Santa Teresa, que se le llenó la boca de sangre viva y caliente. ¡Qué impresión! Con frase lacónica y certera define el Concilio Vaticano II: “La santísima Eucaristía es el centro y cima de la Palabra y de los otros sacramentos” (Decreto Ad gentes). En Roma se está celebrando el Sínodo sobre la Eucaristía, presidido por el Papa Benedicto XVI.

Pidamos a Dios que se estudien y se sepan poner de relieve los regalos admirables de tan gran sacramento para que el pueblo de Dios lo sepa aprovechar, acudiendo, frecuentando, adorando, contemplando, en sentido contrario a lo que han hecho los invitados que dejándose arrastrar por las cosas urgentes, han omitido la más necesaria: “María ha elegido la mejor parte”. “De qué le sirve al hombre al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma?”.

4. Dios inaugurará con este banquete una era de alegría sin fin. Quitará el velo, signo del luto que pesa sobre los pueblos por la desgracia de su castigo. Dios enjugará las lágrimas de todos los ojos entenebrecidos y aniquilará la muerte, el mal terrible, temido y universal.

Los cananeos que celebraban cada año al comienzo de la primavera la victoria de Baal, dios de las alturas, sobre Mot, dios de la muerte, entendían la inmortalidad, pero no podían entender el grito de la resurrección: "¿Dónde está, muerte, tu victoria?" (1 Cor 15,55). "Muerte, yo seré tu muerte" (Os 13,14).

5. A este festín están invitados todos los pueblos de la tierra. Aquí toma origen la parábola de hoy, que se basa en otra, procedente de la cultura religiosa judía. Jesús conoce la cultura de su pueblo y la utiliza. Del Cántico de la viña de Isaías sacó la parábola del domingo anterior, y hoy, la de la boda del hijo del rey, que tiene este precedente: Murió un publicano rico y fue enterrado con todos los honores. Se declaró luto en la ciudad y acudieron todos a su entierro. Murió también un escriba pobre, pero piadoso, y a su entierro no fue nadie. Y se preguntaban: ¿Dónde está la justicia de Dios que no vela por los suyos y permite que los impíos sean glorificados por todos, mientras que el escriba pobre y piadoso, muere en el anonimato?

La explicación era la siguiente: el publicano rico había hecho una obra buena y, merecía ser recompensado por ella. ¿Cuál? Preparó un banquete e invitó a toda la gente representativa: fariseos, escribas, sacerdotes. Estos no quisieron acudir a la invitación del publicano, para no rebajarse comiendo con él pues era pecador. Ante el desaire a su invitación, el publicano rompió con la aristocracia religiosa y puritana, e invitó a los pobres al banquete para que no se estropease la comida. Con este trasfondo, Jesús crea su parábola, y para poner de relieve la bondad de Dios, compara al rey con este publicano que ofrece el banquete sin distinciones racistas.

Los oyentes, escuchaban complacidos la parábola porque ellos eran los puros que habían rehusado el banquete del publicano; los santos que habían respetado la pureza legal. Pero Jesús, según Lucas, ha terminado de hablar, diciendo: "Os digo que ninguno de aquellos invitados gustará mi cena" (Lc 14,24). ¿Qué ha querido decir Jesús? Mi invitación a entrar en el Reino, a aceptar mi persona y mi mensaje, es la invitación de Dios mismo.

Ninguno de vosotros tendrá parte en el banquete del Reino de los cielos. Mateo 22, 1. Vosotros mismos os habéis autoexcluido. Pero si podéis excluiros, lo que no podéis es impedir que se celebre la boda y que participen los publicanos, pecadores y meretrices, que vagan despreciados por los caminos, pero que han sido capaces de cambiar interiormente.

6. Siempre que Jesús habla de la felicidad eterna del Reino de los cielos, comienza así: El reino de los cielos se parece a..., es decir, nos habla de un parecido, no de la realidad por nuestra incapacidad de entenderla. En la parábola de hoy, el reino de los cielos se parece a una boda, porque en la boda reina la alegría, se estrecha la amistad, en medio de la euforia se inician nuevos amigos, se cierran heridas, hay regalos, flores, coches, baile, trajes lujosos, tocados artísticos, abundancia gratuita, luces, perfumes, belleza, alfombras ornamentales, fiesta. Y, cuando, como en este caso se trata nada menos que la boda del Príncipe, del Hijo del rey, enardece la imaginación para sugerirnos con mayor relieve las bodas del Hijo de Dios con la Iglesia, como camino universal de la entera humanidad, a la que se entrega por amor eterno, universal y para siempre. Y esa boda prefigura y es camino de las bodas eternas del Cordero: “Comed, amigos y bebed, embriagaos, mis queridos” (Cant 5,1).

“Entonces te desposaré conmigo para siempre, en la benignidad y en el amor” (Os 3,21). “Oí una voz como de grandes aguas, que decía: Alegrémonos y gocémonos, porque ha llegado la boda del Cordero, y su Esposa se ha embellecido, y le ha concedido vestirse de lino deslumbrante de blancura, las buenas obras de los santos. ¡Dichosos los invitados al banquete de bodas del Cordero” (Ap 19,7).

7. "Cuando el rey entró a saludar a los comensales, en un acto judicial que evoca el juicio final, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta". El vestido de boda significa la acción santificadora de Dios sobre el hombre: "me ha vestido un traje de gala y me ha envuelto en un manto de triunfo" (Is 61,10), el triunfo de la justicia y la santidad de Dios, participada por el hombre mediante la gracia santificante y la riqueza de los Dones del Espíritu Santo. Y como no llevaba el traje de gala, la gracia, fue excluido del banquete, "atadlo de pies y manos y arrojadlo a las tinieblas exteriores", lejos de Dios, de la luz a las tinieblas, a la gehena del fuego: "Allí será el llanto y el rechinar de dientes".

La invitación al banquete es gratuita, pero su aceptación requiere el vestido que también se da gratis: basta con despojarse de los andrajos del pecado del hombre viejo, en el sacramento de la misericordia y tejerlo con las buenas obras de la conversión: “Por esto quien comiere el pan del Señor o bebiere el cáliz del Señor indignamente, será reo del cuerpo y de la sangre del Señor. Examínese pues el hombre, y entonces coma del pan y beba del cáliz” (1 Cor 11,27).

8. En el Salmo 22, David, que conocía por experiencia su solicitud como pastor por cada una de las ovejas de su rebaño, ha elegido la figura del pastor para significar la acción de Dios en cada hombre y en cada suceso de la historia. Con gran belleza compara a Dios con el pastor que se preocupa de sus ovejas, y les busca y elige los pastos mejores y las conduce a las aguas más frescas, tan codiciadas en las zonas semiesteparias de Palestina, y siente que nada le falta, porque descansa en el oasis buscado y encontrado por El. ¡Qué consolador en medio de la tormenta y de la duda de las horas bajas conocer que tenemos tan buen y gran Dios, que va delante de nosotros, su rebaño escogido y amado y cuidado con tanto cariño!

Participemos con gratitud en el banquete Eucarístico, que "es la mesa que prepara para nosotros la bondad y la misericordia del Señor. Las verdes praderas en que nos hace recostar, y las fuentes tranquilas en las que repara nuestras fuerzas, para seguir caminando, si es preciso, por cañadas oscuras, hasta llegar a habitar en la casa del Señor, por años sin término".

9. Terminemos como hemos comenzado: "Si llevas cuenta de los pecados, Señor, ¿quién podrá resistir" tu juicio?" Pensando esto, a la vez que se cura nuestro orgullo y nuestra suficiencia, no nos deprime la confesión de nuestras debilidades e impotencia y nos cuesta menos abandonar nuestro cuidado entre las azucenas olvidado. Dios no es un ser oscuro, una energía anónima y bruta, un hecho incomprensible. Es una persona que siente, que obra y actúa, ama y participa en la vida de sus criaturas y no es indiferente a sus obras, y menos a sus hijos los hombres."Es la magnificencia con que el Padre nos provee, conforme a su riqueza en Cristo Jesús" Filipenses 4,12.





Jesús Martí Ballester
jmarti@ciberia.es

LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 14 OCTUBRE


Los cinco minutos de María
Octubre 14



Los padres y madres, al igual que los educadores, tienen en María Santísima el mejor modelo para la formación de sus niños y jóvenes.


María tuvo que ejercer con el Niño Jesús todos los oficios que una madre desempeña con su hijo.

A nadie, pues, mejor que a ella pueden invocar las madres y los padres a fin de cumplir con sus hijos la noble misión que Dios les ha recomendado.

Nuestra Señora, que subiste a los cielos donde ahora reinas gloriosa, no dejes de escuchar las voces de tus hijos que claman por ti.


* P. Alfonso Milagro 

LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 13 OCTUBRE


Los cinco minutos de María
Octubre 13



La Virgen María nos dio ejemplo de cómo se debe tratar a un niño en los cuidados y el respeto que prodigó al Niño Jesús. Ella sabía quién era su Hijo; al igual que todas las madres, conocía a Jesús y descubrió en Él al verdadero Hijo de Dios.


Las madres, siguiendo el ejemplo de María, procuran reconocer en sus hijos la presencia de Dios, su filiación divina, y trabajen para que ellos puedan realizar plenamente su condición de hijos de Dios.
Nuestra Señora de la salvación, que pueda yo transparentar la presencia de Dios en mí y reconocer su presencia en mis hermanos.


* P. Alfonso Milagro

LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 12 OCTUBRE


Los cinco minutos de María
Octubre 12



Por la fe en Jesús somos hijos de Dios y hermanos de Jesucristo. María Madre de Jesucristo es Madre de la Iglesia. Ella vive glorificada en el cielo, donde participa del señorío de Cristo Resucitado, pero no se olvida de la tierra. “Con su amor materno cuida de los hermanos de su Hijo que todavía peregrinan y se encuentran en peligro y ansiosos hasta que sean conducidos a la patria bienaventurada” (LG 62).

María, Madre de la Iglesia, es también Madre de toda la humanidad. No sólo vela por la Iglesia sino por todos los hombres porque su corazón es tan grande como el mundo redimido por Jesús.

María, Madre de todos los redimidos, intercede ante Dios por todos los pueblos y abre nuestros corazones al amor de los hombres sin distinción ni exclusión.


* P. Alfonso Milagro

FELIZ DOMINGO





miércoles, 11 de octubre de 2017

APUNTES DE ANATOMÍA


APUNTES DE ANATOMÍA



 Que los PIES te lleven por el camino más largo hacia la felicidad, porque la felicidad son sólo puntos en el mapa de la vida, y el verdadero disfrute está en buscarlos en el conocimiento y profundidad de DIOS.

Que los OJOS reconozcan la diferencia entre un colibrí y el vuelo que lo sostiene. Aunque se detenga seguirá siendo un colibrí, y es conveniente que sepas, para que no confundas el sol con la luz, ni lo alto del cielo con la LA GRANDEZA DE DIOS.

Que las MANOS se tiendan generosas en el dar y agradecidas en el recibir, y que su gesto más  frecuente sea la caricia para reconfortar a los que te rodean igual que Jesús entregó sus manos en la cruz.

Que el OÍDO sea tan fiel a la hora del reproche, como debe serlo a la hora del halago, para que puedas mantener el equilibrio en cualquier circunstancia, y así poder distinguir la voz del Señor al hablarte.

Que las RODILLAS te sostengan con firmeza a la altura de tus sueños y se aflojen mansamente cuando llegue el tiempo de oración y charla con el Todopoderoso.

Que la ESPALDA sea tu mejor soporte y no la carga más pesada, pues en la cruz se entregaron y vencieron las cargas de tu alma.

Que la BOCA refleje la sonrisa que hay adentro, para que sea una ventana del alma y no la vidriera de los dientes, para que te comuniques con sabiduría y entendimiento.

Que los DIENTES te sirvan para aprovechar mejor el alimento, y no para conseguir la tajada más grande en desmedro de los otros, y para que los muestres al mundo en señal de agradecimiento por las bendiciones que Dios te ha concedido.

Que la LENGUA encuentre las palabras más exactas para expresarte sin que te malinterpreten, hablando palabras de consolación y vida.

Que las UÑAS crezcan lo suficiente para protegerte, sin lastimar a nadie, siempre peleando la buena batalla.

Que la PIEL te sirva de puente y no de valla, cuando al tacto de tus semejantes emanes la energía espiritual de sanidad y salvación que nuestro Divino Señor ha depositado en ti.

Que el PELO le de abrigo a tus ideas, que siempre adornen más que un buen peinado, adornando pensamientos de prosperidad.

Que los BRAZOS sean la cuna de los abrazos y no camisa de fuerza para nadie, y sí la fuerza para apoyar al herido y levantar al caído. 

Que el CORAZÓN toque su música con amor para que tu vida sea un paso del UNIVERSO hacia delante, bendiciendo tu vida y la de los tuyos.

EL BARRENDERO ESTIMADO



El barrendero estimado



“No hay mayor sabiduría que reconocer que esta tarea que me toca hacer, mientras no aparezca otra cosa en mi camino, es la mejor que podría realizar. Y ya que es lo que me toca hacer ahora, entonces lo vivo con todas mis energías y mis ganas, sin pensar en otras cosas que podría realizar en este momento” (P. Fernández).

No hay trabajo que no tenga importancia. Toda tarea que eleve a la humanidad, es digna e importante, y debería ser asumida con aplicada excelencia. Si alguien está llamado a ser barrendero, debería barrer como Miguel Ángel pintaba, como Beethoven componía música o como Shakespeare escribía versos. Debería barrer las calles tan bien, que todos los habitantes del cielo y de la tierra, se detuvieran a decir: “Aquí vivió un gran barrendero, que cumplió bien con su trabajo” (Martín Luther King).

Las tareas sencillas y cotidianas son realmente responsabilidades simples; pero, ser fieles al quehacer de cada día es algo importante. La felicidad humana generalmente no se logra con acciones de especial relevancia, que pueden acontecer muy raras veces, sino en ese sencillo deber que realizas todos los días con mucho amor. Valorízalo en ti y en los demás.


* Enviado por el P. Natalio

MONEDA DE ANIVERSARIO DE FÁTIMA



Moneda de Aniversario de Fátima
Una moneda conmemorativa para celebrar el centenario de la aparación de la Virgen de Fátima.


Fuente: GaudiumPress 




El Vaticano, a través del Gabinete Filatélico y Numismático de la Ciudad del Vaticano, acaba de destacar el Centenario de las Apariciones de Nuestra Señora de Fátima lanzando, el 5 de octubre, una moneda conmemorativa sobre este extraordinario acontecimiento.

La moneda trae cuñada la figura de los tres pastorcitos delante de la Basílica de Nuestra Señora del Rosario, evocando así las figuras de Lucía dos Santos y sus primos Francisco y Jacinta Marto, estos últimos canonizados por el Papa Francisco el 13 de mayo de este año. En la misma cara de la moneda, aparece escrito: Città del Vaticano - 1917 Fátima 2017.

El comunicado que anuncia y explica la emisión de la nueva moneda narra que, históricamente, los niños, "mientras jugaban" en Cova de la Iria, después de haber dejado su rebaño en el pasto, "vieron aparecer una ‘bella Señora que emanaba una luz fulgurante', que se presentó como la Virgen del Rosario".

A esta primera aparición se siguieron otros cinco encuentros hasta el día 13 de octubre de 1917, cada uno de ellos "revelando una serie de episodios históricos que ocurrirían en los años siguientes".

El Vaticano informa que "en 1930, la Iglesia Católica reconoció el carácter sobrenatural de las apariciones, autorizando su culto, y que en Fátima fue edificado un santuario que el Papa Francisco visitó el 12 y 13 de mayo de 2017".

Esculpida por Orienta Rossi y grabada por Silvia Petrassi, la monedatiene el diámetro de 27,75mm y el peso de 8,50g y tuvo una tirada de 10 mil ejemplares. Aunque teniendo el valor nominal de 2 euros, cada moneda, con el estuche que la acompaña, tendrá el costo de 37 euros.

PAPA FRANCISCO EN LA AUDIENCIA GENERAL: LOS CRISTIANO NO SE RINDEN NUNCA


Papa Francisco en la Audiencia General: Los cristianos no se rinden nunca
Por Álvaro de Juana
 Foto: Daniel Ibáñez / ACI PRensa



VATICANO, 11 Oct. 17 / 04:20 am (ACI).- Tener esperanza es también una actitud de “espera vigilante”. Y sobre este tema habló el Papa Francisco en la catequesis de la Audiencia General del miércoles.

Después de la Resurrección, “los cristianos viven tiempos serenos y de angustia” pero los cristianos “no se rinden nunca”, sostuvo en la Plaza de San Pedro.

“Este mundo exige nuestra responsabilidad, y nosotros la asumimos toda con amor. Jesús quiere que nuestra existencia sea laboriosa, que no bajemos nunca la guardia, para acoger con gratitud y estupor cada nuevo día que nos dona Dios”.

“Cada mañana –continuó– es una página blanca que el cristiano comienza a escribir con las obras de bien. Hemos sido ya salvados por la redención de Jesús, pero ahora atendemos la plena manifestación de su señoría: cuando finalmente Dios será todo en todos”.

Francisco manifestó que el día en el que Jesús vuelva, los cristianos “tenemos que estar preparados para la salvación que llega, preparados para el encuentro”.

Pero el Papa advirtió también que “el cristiano no está hecho para el aburrimiento”, sino para “la paciencia”. “Sabe que también en la monotonía de ciertos días siempre iguales está escondido un misterio de gracia”. “Hay personas que con la perseverancia de su amor se convierten en pozos que riegan los desiertos”.

El Papa aseguró que nada sucede “en vano”. “Si permanecemos unidos a Jesús, el frío de los momentos difíciles no nos paraliza, y si también el mundo entero predicara solo contra la esperanza, si dijese que el futuro traerá solo nubes negras, el cristiano sabe que en ese mismo futuro está el regreso de Cristo”.

“Ninguno sabe cuándo sucederá esto, ninguno lo sabe, pero el pensamiento de que al final de nuestra historia está Jesús misericordioso es suficiente para confiar y no maldecir la vida. Todo será salvado. Sufriremos, habrá momentos que suscitan rabia e indignación, pero la dulce y potente memoria de Cristo eliminará la tentación de pensar que esta vida es un error”.

El Santo Padre dijo que “Jesús es como una casa” en la que “nosotros nos encontramos seguros y desde las ventanas observamos el mundo”. Por eso invitó a “no encerrarnos en nosotros mismos, no llenemos de melancolía un pasado que se presume dorado, sino que miremos siempre hacia delante, a un futuro que no solo es obra de nuestras manos, si no ante todo una preocupación constante de la providencia de Dios”.

De nuevo, hizo un llamado a no caer en el “pesimismo” como si “la historia fuese un tren que ha perdido el control”. “La resignación no es una virtud cristiana”, subrayó. 

EL PADRENUESTRO - EXPLICACIÓN


El Padrenuestro
Explicación de las partes del Padrenuestro


Por: Catholic.net | Fuente: Catholic.net 




Uno de sus discípulos le pidió a Jesús que los enseñara a orar y Él lo hizo, enseñándoles la oración del Padrenuestro. Es así como Jesús nos regaló esta oración siendo la oración cristiana fundamental, la que todos nos sabemos, grandes y chicos, la que rezamos en la casa, en el colegio, en la Misa. A esta oración también se le llama “Oración del Señor” porque nos la dejó Cristo y en esta oración pedimos las cosas en el orden que nos convienen. Dios sabe que es lo mejor para nosotros. A través del Padrenuestro vamos a hablar con nuestro Padre Dios. Se trata de vivir las palabras de esta oración, no solo de repetirlas sin fijarnos en lo que estamos diciendo. El Padrenuestro está formado por un saludo y siete peticiones.

Saludo

PADRE NUESTRO QUE ESTÁS EN E L CIELO. Con esta pequeña frase nos ponemos en presencia de Dios para adorarle, amarle y bendecirle.

¡PADRE! : Al decirle Padre, nosotros nos reconocemos como hijos suyos y tenemos el deseo y el compromiso de portarnos como hijos de Dios, tratar de parecernos a Él. Confiamos en Dios porque es nuestro Padre.

PADRE “NUESTRO”: Al decir Padre Nuestro reconocemos todas las promesas de amor de Dios hacia nosotros. Dios ha querido ser nuestro Padre y Él es un Padre bueno, fiel y que nos ama muchísimo. “Padre Nuestro” porque es mío, de Jesús y de todos los cristianos.

“QUE ESTÁS EN EL CIELO”: El cielo no es un lugar sino una manera de estar. Dios está en los corazones que confían y creen en Él. Dios puede habitar en nosotros si se lo permitimos. Dios no está fuera del mundo, sino que su presencia abarca más allá de todo lo que podemos ver y tocar.

Las siete peticiones

Después de ponernos en presencia de Dios, desde nuestro corazón diremos siete peticiones, siete bendiciones. Las tres primeras son para dar gloria al Padre, son los deseos de un hijo que ama a su Padre sobre todas las cosas. Las cuatro últimas le pedimos su ayuda, su gracia.

1.SANTIFICADO SEA TU NOMBRE: Con esto decimos que Dios sea alabado, santificado en cada nación, en cada hombre. Depende de nuestra vida y de nuestra oración que su nombre sea santificado o no. Pedimos que sea santificado por nosotros que estamos en Él, pero también por los otros a los que todavía no les llega la gracia de Dios. Expresamos a Dios nuestro deseo de que todos los hombres lo conozcan y le estén agradecidos por su amor.
Expresamos nuestro deseo de que el nombre de Dios sea pronunicado por todos los hombres de una manera santa, para bendecirlo y no para blasfemar contra él. Nos comprometemos a bendecir el nombre de Dios con nuestra propia vida.

2.VENGA A NOSOTROS TU REINO: Al hablar del Reino de Dios, nos referimos a hacerlo presente en nuestra vida de todos los días, a tener a Cristo en nosotros para darlo a los demás y así hacer crecer su Reino; y también nos referimos a que esperamos a que Cristo regrese y sea la venida final del Reino de Dios.
Cristo vino a la Tierra por primera vez como hombre y nació humildemente en un establo. En el fin del mundo, cuando llegue la Resurrección de los muertos y el juicio final, Cristo volverá a venir a la Tierra, pero esta vez como Rey y desde ese momento reinará para siempre sobre todos los hombres. Se trata de ayudar en la Evangelización y conversión de todos los hombres. Hacer apostolado para que todos los hombres lo conozcan, lo amen.
Pedimos el crecimiento del Reino de Dios en nuestras vidas, el retorno de Cristo y la venida final su Reino.

3.HÁGASE TU VOLUNTAD EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO: La voluntad de Dios, lo que quiere Dios para nosotros es nuestra salvación, es que lleguemos a estar con Él.
Le pedimos que nuestra voluntad se una a la suya para que en nuestra vida tratemos de salvar a los hombres. Que en la tierra el error sea desterrado, que reine la verdad, que el vicio sea destruido y que florezcan las virtudes.

4.DANOS HOY NUESTRO PAN DE CADA DÍA: Al decir “danos” nos estamos dirigiendo a nuestro Padre con toda la confianza con la que se dirige un hijo a un padre.
Al decir “nuestro pan” nos referimos tanto al pan de comida para satisfacer nuestras ncesidades materiales como al pan del alma para satisfacer nuestras necesidades espirituales. En el mundo hay hambre de estos dos tipos, por lo que nosotros podemos ayudar a nuestros hermanos necesitados.

5. PERDONA NUESTRAS OFENSAS COMO TAMBIÉN NOSOTROS PERDONAMOS A LOS QUE NOS OFENDEN.
PERDONA NUESTRAS OFENSAS: Los hombres pecamos y nos alejamos de Dios, por eso necesitamos pedirle perdón cuando lo ofendemos. Para poder recibir el amor de Dios necesitamos un corazón limpio y puro, no un corazón duro que no perdone los demás.
COMO TAMBIÉN NOSOTROS PERDONAMOS A LOS QUE NOS OFENDEN: Este perdón debe nacer del fondo del corazón. Para esto necesitamos de la ayuda del Espíritu Santo y recordar que el amor es más fuerte que el pecado.

6. NO NOS DEJES CAER EN TENTACIÓN
El pecado es el fruto de consentir la tentación, de decir sí a las invitaciones que nos hace el demonio para obrar mal. Le pedimos que no nos deje tomar el camino que conduce hacia el pecado, hacia el mal. El Espíritu Santo nos ayuda a decir no a la tentación. Hay que orar mucho para no caer en tentación.

7. Y LÍBRANOS DEL MAL
El mal es Satanás, el ángel rebelde. La pedimos a Dios que nos guarde de las astucias del demonio. Pedimos por los males presentes, pasados y futuros. Pedimos estar en paz y en gracia para la venida de Cristo.

AMÉN: Así sea.

Como te das cuenta, al rezar el Padrenuestro, le pides mucha ayuda a Dios que seguramente Él te va a dar y al mismo tiempo te comprometes a vivir como hijo de Dios.

LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 11 OCTUBRE


Los cinco minutos de María
Octubre 11




Para nuestra madre de la tierra deseamos siempre las cosas mejores y más hermosas; para ella pedimos a Dios lo mejor de la tierra y lo más selecto del cielo. Y si esto deseamos para nuestra madre terrena… ¡Qué no vamos a desear para nuestra Madre del cielo!
Si nada hay en la tierra que podamos comparar con la madre, ¿qué podremos hallar en el cielo comparable con la Madre celestial? Después de Dios, nada ni nadie hay tan grande y sublime como la Santísima Virgen María.

Nuestra Señora de la entrega, que dijiste: “Hágase en mí según tu Palabra”, que sea esa también mi actitud durante toda la vida.


* P. Alfonso Milagro 

SAN JUAN XXIII, EL PAPA BUENO, 11 OCTUBRE


JUAN XXIII
(1881-1963)



Angelo Giuseppe Roncalli nació el 25 de noviembre de 1881 en Sotto il Monte, diócesis y provincia de Bérgamo, el cuarto de trece  hermanos. Ese mismo día fue bautizado. En la parroquia, bajo la guía del excelente sacerdote don Francesco Rebuzzini, recibió una impronta eclesiástica imborrable, que le sirvió de apoyo en las dificultades y de estímulo en las tareas apostólicas.

Recibió la confirmación y la primera comunión en 1889; en 1892 ingresó en el Seminario de Bérgamo, donde estudió humanidades,  filosofía y hasta el segundo año de teología. Allí, con catorce años, empezó a redactar unos apuntes espirituales que le acompañaron, de una u otra forma, a lo largo de su vida, y que fueron recogidos en Diario de un alma. También desde entonces practicaba con asiduidad la dirección espiritual. El 1 de marzo de 1896, el padre espiritual del Seminario de Bérgamo, don Luigi Isacchi, lo admitió en la Orden Franciscana Seglar, cuya regla profesó el 23 de mayo de 1897.

De 1901 a 1905 fue alumno del Pontificio Seminario Romano, gracias a una beca de la diócesis de Bérgamo para seminaristas aventajados. En este tiempo, hizo también un año de servicio militar. Fue ordenado sacerdote el 10 de agosto de 1904 en la Iglesia de Santa María in Monte Santo, en la Piazza del Popolo de Roma. En 1905 el nuevo Obispo de Bérgamo, mons. Giacomo Maria Radini Tedeschi, lo nombró su secretario, cargo que desempeñó hasta 1914, acompañando al Obispo en las visitas pastorales y colaborando en múltiples iniciativas apostólicas: Sínodo, redacción de la publicación mensual “La vita diocesana”, peregrinaciones, obras sociales. También era profesor de historia, patrología y apologética en el Seminario. En 1910, en la reordenación de los Estatutos de la Acción Católica, el Obispo le confió la sección V (las mujeres católicas). Colaboró con el diario católico de Bérgamo, fue predicador asiduo, profundo y eficaz.

Durante estos años tuvo la oportunidad de conocer en profundidad a los santos pastores, San Carlos Borromeo (del que publicó las Actas de la visita apostólica realizada a Bérgamo en 1575), San Francisco de Sales y el entonces Beato Gregorio Barbarigo. Fueron años en los que adquirió una gran experiencia pastoral al lado del Obispo mons. Radini Tedeschi. Cuando murió el Obispo en 1914, Don Angelo siguió como profesor del Seminario y dedicándose a las diversas actividades pastorales, sobre todo la asociativa.

Cuando en 1915 Italia entró en la guerra, fue movilizado como sargento de sanidad. El año siguiente pasó a ser capellán castrense en los hospitales militares de retaguardia y coordinador de la asistencia espiritual y moral a los soldados. Al terminar la guerra, fundó la “Casa del estudiante”, dedicada a la pastoral estudiantil. En 1919 fue nombrado director espiritual del Seminario.

En 1921 comenzó la segunda parte de su vida, al servicio de la Santa Sede. Llamado a Roma por Benedicto XV como Presidente para Italia del Consejo central de la Pontificia Obra para la Propagación de la Fe, recorrió muchas diócesis italianas para organizar los Círculos Misioneros. En 1925 Pío XI lo nombró Visitador Apostólico para Bulgaria, elevándolo al episcopado con el título de Areópolis. Eligió como lema episcopal “Oboedientia et pax”, programa que siempre le acompañó.

Ordenado Obispo el 19 de marzo de 1925 en Roma, marchó a Sofía el 25 de abril. Nombrado posteriormente primer Delegado Apostólico, estuvo en Bulgaria hasta finales de 1934, visitando las comunidades católicas, cultivando relaciones respetuosas con las demás comunidades cristianas. Actuó con solicitud caritativa durante el terremoto de 1928. Sufrió en silencio incomprensiones y dificultades de un ministerio caracterizado por la pastoral de pequeños pasos. Se perfeccionó en la confianza y el abandono a Jesús Crucificado.

El 27 de noviembre de 1934 fue nombrado Delegado Apostólico en Turquía y Grecia. El nuevo campo de trabajo era vasto y la Iglesia católica estaba presente en muchos ámbitos de la joven república turca, que se estaba renovando y organizando. Su ministerio con los católicos fue intenso, y se distinguió por un talante de respeto y diálogo con el mundo ortodoxo y musulmán.

Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, estaba en Grecia, que quedó devastada por los combates. Intentó recabar información sobre los prisioneros de guerra y puso a salvo a muchos judíos sirviéndose del “visado de tránsito” de la Delegación Apostólica. El 6 de diciembre de 1944 Pío XII lo nombró Nuncio Apostólico en París.

Durante los últimos meses de la contienda y los primeros de la paz, ayudó a los prisioneros de guerra y se preocupó por la normalización de la organización eclesiástica de Francia. Visitó los santuarios franceses, participó en las fiestas populares y en las manifestaciones religiosas más significativas. Estuvo atento, con prudencia y confianza, a las nuevas iniciativas pastorales del episcopado y del clero de Francia. Siempre se caracterizó por la búsqueda de la simplicidad del Evangelio, incluso cuando trataba los más complejos asuntos diplomáticos. El deseo pastoral de ser sacerdote en cualquier circunstancia lo sostenía. Y una sincera piedad, que se transformaba cada día en un prolongado tiempo de oración y de meditación, lo animaba.

El 12 de enero de 1953 fue creado Cardenal y el 25 promovido al Patriarcado de Venecia. Estaba contento de poder dedicarse los últimos años de su vida al ministerio directo de la cura de almas, deseo que siempre le acompañó desde que se ordenó sacerdote. Fue pastor sabio y emprendedor, a ejemplo de los santos pastores que siempre había venerado: San Lorenzo Justiniani, primer Patriarca de Venecia, y San Pío X. Con los años, crecía su confianza en el Señor, que se manifestaba en una entrega pastoral activa, dinámica y alegre.

Tras la muerte de Pío XII, fue elegido Papa el 28 de octubre de 1958, y tomó el nombre de Juan XXIII. En sus cinco años como Papa, el mundo entero pudo ver en él una imagen auténtica del Buen Pastor. Humilde y atento, decidido y valiente, sencillo y activo, practicó los gestos cristianos de las obras de misericordia corporales y espirituales, visitando a los encarcelados y a los enfermos, acogiendo a personas de cualquier nación y credo, comportándose  con todos con un admirable sentido de paternidad. Su magisterio social está contenido en las Encíclicas Mater et magistra (1961) y Pacem in terris (1963).

Convocó el Sínodo Romano, instituyó la Comisión para la revisión del Código de Derecho Canónico, convocó el Concilio Ecuménico Vaticano II. Como Obispo de la diócesis de Roma, visitó parroquias e iglesias del centro histórico y de la periferia. El pueblo veía en él un rayo de la  benignitas evangelica y lo llamaba “el Papa de la bondad”. Lo sostenía un profundo espíritu de oración; siendo el iniciador de la renovación de la Iglesia, irradiaba la paz de quien confía siempre en el Señor. Se lanzó decididamente por los caminos de la evangelización, del ecumenismo, del diálogo con todos, teniendo la preocupación paternal de llegar a sus hermanos e hijos más afligidos.

Murió la tarde del 3 de junio de 1963, al día siguiente de Pentecostés, en profundo espíritu de abandono a Jesús, deseando su abrazo, rodeado por la oración unánime de todo el mundo, que parecía haberse reunido en torno a él, para respirar con él el amor del Padre.

Juan XXIII fue declarado beato por el Papa Juan Pablo II el 3 de septiembre de 2000 en la Plaza de San Pedro, durante la celebración del Gran Jubileo del año 2000.



Tomado del Librito de la Celebración para la Canonización de los beatos Juan XXIII y Juan Pablo II, 27 de abril de 2014
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