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lunes, 1 de agosto de 2016

CONFÍO EN TI, SEÑOR



Confío en Ti, Señor
Espero en Ti porque eres fiel a tus promesas. Tú cumples siempre. El hombre casi nunca. Por eso tengo la certeza de tus promesas.


Por: P Mariano de Blas LC | Fuente: Catholic.net 




Confío en Ti, porque eres completamente de fiar. Eres la misericordia sin orillas ni fronteras. Misericordia que ha perdonado, perdona y seguirá perdonando.

Cuanto necesito de esa misericordia y bondad, yo que soy tan pecador. Espero en Ti porque eres la misericordia infinita. Si yo supiera, si yo creyera que tu bondad y misericordia no tienen medida, me sentiría para siempre seguro y tranquilo. Si eres la misericordia infinita, haz que sea también infinita mi confianza.

Todo lo perdonas, aun los más horrendos pecados, si hay un poco de arrepentimiento y humildad. No cabe desesperanza en el corazón de los más grandes pecadores. El perdón de Dios siempre es mayor.

Espero en Ti porque eres fiel a tus promesas. Tú cumples siempre. El hombre casi nunca. Por eso tengo la certeza de tus promesas. Un día las disfrutaré de seguro. Mientras alimento mi esperanza.

La confianza tan necesaria... Las penas son grandes a veces y la esperanza no alcanza. Él nos ha dicho: Confiad totalmente en Mí. Nuestra mente nos dice: No saldrás del hoyo. Así piensan los que se suicidan.

Jesús dice: No os preocupéis... Nuestro refrigerador vacío, la tarjeta vencida, los pagos de la casa sin hacer, la falta de trabajo, no tienes remedio...

La mente y los ojos ven, constatan y deciden en consecuencia. No hay remedio. La fe no constata, se fía de un ser omnipotente e infinitamente misericordioso y elige confiar a pesar de todas las evidencias.

Realmente para Dios el resolver mis problemas es de risa. No le cuesta nada, nada. Y pensar que sólo depende de que yo haga un acto de fe y confianza. Jesús en Ti confío.

Todo lo obtendréis... Reto a cada uno de mis oyentes a que tengan esta clase de fe que mueve montañas. La fe mueve montañas, sí, pero solo las que uno se atreve a mover.

Les decía que para los que no tienen trabajo, y sí muchas deudas empiecen a dar algo de lo que todavía tienen, que pidan por los más necesitados que ellos. Y se llevarán la gran sorpresa, Pero esto sólo lo harán los que tienen confianza en Dios.

Problemas de un esposo, hijo o hija que está tercamente alejado de Dios…Oren con confianza inquebrantable de que Dios les concederá la gracia pedida. Pero deben superar la gran prueba: el no ver resultados durante un tiempo o incluso el ver que la situación empeora. Confiar significa continuar orando con la misma seguridad. Y el milagro llegará. Ha llegado ya para muchos y muchas que han orado con esa confianza.

En el evangelio no hay ni un caso de enfermedad o necesidad que no haya sido atendido cuando Cristo encontró una fe como ésa. La siro fenicia... El Centurión y su siervo... La hemorroísa... El leproso...

Problemas duros: Mi hijo está en la cárcel, estoy en quiebra económica, mi matrimonio anda naufragando... alguien de mi familia se fue a otra religión, o anda muy alejado de Dios…Esas personas tienen un reto magnífico, valiente: La confianza mayor que el problema.

La misma confianza que tienes en Dios, tenla en María Santísima. Si vosotros que sois malos dais buenas cosas a vuestros hijos... cuanto más vuestro padre celestial... Si vosotros que sois malos dais buenas cosas a vuestros hijos, cuanto más vuestra madre Celestial...

¿Crees que Ella no puede, crees que Ella no quiere...? El amor que Ella te tiene es como para darte todas las cosas del mundo, con más razón la pequeña cosa que le pides. Problema de confianza, siempre es problema de confianza.

¿Cómo se adquiere la confianza? Pidiéndosela a Dios y a María Santísima y ejercitándola en pequeños y repetidos actos de confianza. Confío en que me ayudarás a tener hoy qué comer, cómo pagar mis deudas, como conseguir trabajo, cómo lograr que mi hijo o hija regrese al buen camino...

Hay, además, una fórmula secreta para obtener cosas que uno necesita: y consiste en dar.

Parece contradictoria pues, si no tengo, qué voy a dar. Siempre el más pobre puede dar algo de lo que tiene. Al dar algo parece empobrecerse de momento, pero hay una ley que se cumple siempre: el que da, recibe. Claro, al que no está acostumbrado a ese modo de proceder o no lo ha experimentado, le cuesta creerlo. Pero yo le reto a que haga la prueba.

Muchos y muchas de Uds. han dado un ejemplo de esto: comprometerse con una ofrenda de amor mensual sin saber si van tener. Pueden estar seguros que se cumplirá lo del profeta Elías con la viuda de Sarepta: No faltará la harina ni el aceite en tu casa hasta que Dios mande la lluvia del cielo... Y así sucedió. Los que han hecho anteriormente la experiencia, lo saben.

Por eso las y los que se han decidido a colaborar en esta obra de evangelización no sólo ayudan económicamente, alargando la vida de Guadalupe radio, sino que han hecho un gran acto de valentía y de confianza en Dios.

Dejo en tus manos, Señor, mi vida entera: Mi pasado, mi presente y mi futuro. También el día de mi muerte. Yo no sé cuándo será ni cómo pero no importa. Me importa que lo sepan las dos personas que más me aman en este mundo, Tú y tu Madre santísima que es también mía. Por eso no tengo miedo a la muerte.

lunes, 18 de julio de 2016

CONFÍO EN TI!!


Confío en Ti
La fe no constata, se fía de un ser omnipotente e infinitamente misericordioso y elige confiar a pesar de todas las evidencias.


Por: P. Mariano de Blas LC | Fuente: Catholic.net 






Confío en Ti, porque eres completamente de fiar. Eres la misericordia sin orillas ni fronteras. Misericordia que ha perdonado, perdona y seguirá perdonando.

Cuanto necesito de esa misericordia y bondad, yo que soy tan pecador. Espero en Ti porque eres la misericordia infinita. Si yo supiera, si yo creyera que tu bondad y misericordia no tienen medida, me sentiría para siempre seguro y tranquilo. Si eres la misericordia infinita, haz que sea también infinita mi confianza.

Todo lo perdonas, aun los más horrendos pecados, si hay un poco de arrepentimiento y humildad. No cabe desesperanza en el corazón de los más grandes pecadores. El perdón de Dios siempre es mayor.

Espero en Ti porque eres fiel a tus promesas. Tú cumples siempre. El hombre casi nunca. Por eso tengo la certeza de tus promesas. Un día las disfrutaré de seguro. Mientras alimento mi esperanza.

La confianza tan necesaria...Las penas son grandes a veces y la esperanza no alcanza. Él nos ha dicho: Confiad totalmente en Mí. Nuestra mente nos dice: No saldrás del hoyo. Así piensan los que se suicidan.
Jesús dice: No os preocupéis... Nuestro refrigerador vacío, la tarjeta vencida, los pagos de la casa sin hacer, la falta de trabajo, no tienes remedio...
La mente y los ojos ven, constatan y deciden en consecuencia. No hay remedio. La fe no constata, se fía de un ser omnipotente e infinitamente misericordioso y elige confiar a pesar de todas las evidencias.

Realmente para Dios el resolver mis problemas es de risa. No le cuesta nada, nada. Y pensar que sólo depende de que yo haga un acto de fe y confianza. Jesús en Ti confío.
Todo lo obtendréis... Reto a cada uno de mis lectores a que tengan esta clase de fe que mueve montañas. La fe mueve montañas, sí, pero solo las que uno se atreve a mover.
Les decía que para los que no tienen trabajo, y sí muchas deudas empiecen a dar algo de lo que todavía tienen, que pidan por los más necesitados que ellos. Y se llevarán la gran sorpresa, Pero esto sólo lo harán los que tienen confianza en Dios.

Problemas de un esposo, hijo o hija que está tercamente alejado de Dios...Oren con confianza inquebrantable de que Dios les concederá la gracia pedida. Pero deben superar la gran prueba: el no ver resultados durante un tiempo o incluso el ver que la situación empeora. Confiar significa continuar orando con la misma seguridad. Y el milagro llegará. Ha llegado ya para muchos y muchas que han orado con esa confianza.

En el evangelio no hay ni un caso de enfermedad o necesidad que no haya sido atendido cuando Cristo encontró una fe como ésa. La siro fenicia, el Centurión y su siervo, la hemorroísa, el leproso...

Problemas duros: Mi hijo está en la cárcel, estoy en quiebra económica, mi matrimonio anda naufragando...alguien de mi familia se fue a otra religión, o anda muy alejado de Dios... Esas personas tienen un reto magnífico, valiente: La confianza mayor que el problema.

La misma confianza que tienes en Dios, tenla en María Santísima. "Si vosotros que sois malos dais buenas cosas a vuestros hijos.. cuanto más vuestro padre celestial..."
¿Crees que Ella no puede, crees que Ella no quiere? El amor que Ella te tiene es como para darte todas las cosas del mundo, con más razón la pequeña cosa que le pides. Problema de confianza, siempre es problema de confianza.

¿Cómo se adquiere la confianza?
Pidiéndosela a Dios y a María Santísima y ejercitándola en pequeños y repetidos actos de confianza. Confío en que me ayudarás a tener hoy qué comer, cómo pagar mis deudas, como conseguir trabajo, cómo lograr que mi hijo o hija regrese al buen camino...

Hay, además, una fórmula secreta para obtener cosas que uno necesita: y consiste en dar. Parece contradictoria pues, si no tengo, qué voy a dar. Siempre el más pobre puede dar algo de lo que tiene. Al dar algo parece empobrecerse de momento, pero hay una ley que se cumple siempre: el que da, recibe. Claro, al que no está acostumbrado a ese modo de proceder o no lo ha experimentado, le cuesta creerlo. Pero yo le reto a que haga la prueba.

Muchos y muchas de ustedes han dado un ejemplo de esto: comprometerse con una ofrenda de amor mensual sin saber si van tener. Pueden estar seguros que se cumplirá lo del profeta Elías con la viuda de Sarepta: No faltará la harina ni el aceite en tu casa hasta que Dios mande la lluvia del cielo...Y así sucedió. Los que han hecho anteriormente la experiencia, lo saben.

Dejo en tus manos, Señor, mi vida entera: Mi pasado, mi presente y mi futuro. También el día de mi muerte. Yo no sé cuándo será ni cómo pero no importa. Me importa que lo sepan las dos personas que más me aman en este mundo, Tú y tu Madre santísima que es también mía. Por eso no tengo miedo a la muerte.

viernes, 8 de abril de 2016

CINCO BUENAS RAZONES PARA REZAR LA CORONILLA A LA DIVINA MISERICORDIA


5 buenas razones para rezar 
la Coronilla de la Divina Misericordia



 (ACI).- El SIAME publicó un artículo en el que propone cinco buenas razones para rezar la Coronilla de la Divina Misericordia por las intenciones personales, por la salud de un enfermo, un moribundo o por lo que cada persona tenga en el corazón.

El artículo ha sido escrito por Alejandra María Sosa Elízaga y presenta las siguientes razones:

1. Jesús lo pide

Jesús se le apareció a Santa María Faustina Kowalska, religiosa polaca (1905-1938), y le pidió dar a conocer la misericordia divina, a través de tres medios:

a). La imagen con la inscripción: ‘Jesús, en Ti confío’.

Dijo Jesús: “Prometo que el alma que venere esta imagen no perecerá.” (Diario de Santa Faustina # 48).

b). La fiesta de la Divina Misericordia, el Segundo Domingo de la Misericordia (este año el 3 de abril).


Dijo Jesús: “Deseo que la Fiesta de la Misericordia sea refugio y amparo para todas las almas y, especialmente, para los pobres pecadores... El alma que se confiese y reciba la Santa Comunión obtendrá el perdón total de las culpas y de las penas.” (Ídem, #699).

c). Una oración que Él le dictó, llamada: ‘Coronilla de la Divina Misericordia’.

2. Se obtienen gracias extraordinarias

Jesús dijo: “Oh, qué gracias más grandes concederé a las almas que recen esta Coronilla; las entrañas de Mi misericordia se enternecen por quienes rezan esta Coronilla” (Ídem #848).

Dijo: “Hasta el pecador más empedernido, si reza esta Coronilla una sola vez, recibirá la gracia de Mi misericordia infinita...deseo conceder gracias inimaginables a las almas que confían en Mi misericordia” (Ídem #687).

Prometió: “Defenderé como Mi gloria a cada alma que rece esta Coronilla en la hora de la muerte, o cuando los demás la recen junto al agonizante, quienes obtendrán el mismo perdón” (Ídem #811).

3. El Papa Francisco lo recomienda

En el Segundo Domingo de Cuaresma, el Papa mandó repartir a los fieles en la plaza de san Pedro, cajitas de ‘Misericordina’, ‘medicina para el mundo de hoy’, que contenían la imagen del Señor de la Divina Misericordia, la explicación de la Coronilla y un Rosario para rezarla.

En su Carta Apostólica ‘El Rostro de la Misericordia’, el Papa llama a Santa Faustina, ‘grande apóstol de la misericordia’ y pide su intercesión.

En este Jubileo de la Misericordia, estamos invitados a rezar diario la Coronilla, de preferencia a las 3pm, hora de la misericordia en que Jesús dio Su vida por nosotros.

4. Es sumamente fácil rezarla

Jesús se la enseñó así a santa Faustina: Se reza “con un Rosario común, del modo siguiente: Primero rezarás una vez el Padre nuestro, el Ave María y el Credo. Después, en las cuentas correspondientes al Padre nuestro, dirás las siguientes palabras: ‘Padre Eterno, Te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de tu Amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, como propiciación de nuestros pecados y los del mundo entero’. En las cuentas del Ave María, dirás las siguientes palabras: ‘Por Su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero’. Para terminar, dirás tres veces estas palabras: ‘Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten misericordia de nosotros y del mundo entero’...” (ïdem #476).

5. Sólo toma cinco minutos

En un retiro con un grupo de seminaristas, los invité a rezar conmigo la Coronilla a las 3:00 p.m., y para animarlos les dije: ‘sólo toma cinco minutos’. Al terminar, uno comentó: ‘chequé con mi reloj, y efectivamente son cinco minutos’. ¡Qué tiempo tan breve, para gracias tan grandes! ¿Te animas a aprovecharlo?

domingo, 3 de abril de 2016

EL EVANGELIO DE HOY: DOMINGO 3 DE ABRIL 2016 - FESTIVIDAD DE LA DIVINA MISERICORDIA


Tú también te llamas Tomás
Pascua


Juan 20, 19-31. Pascua. Con la fe, nuestra vida será inmensamente dichosa, serena, sencilla y feliz. ¡Con Cristo resucitado! 


Por: P. Sergio A. Córdova LC | Fuente: Catholic.net 



Del santo Evangelio según san Juan 20, 19-31 
Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros». Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. Jesús les dijo otra vez: «La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío». Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos». Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor». Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré». Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro y Tomás con ellos. Se presentó Jesús en medio estando las puertas cerradas, y dijo: «La paz con vosotros». Luego dice a Tomás: «Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente». Tomás le contestó: «Señor mío y Dios mío». Dícele Jesús: «Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y han creído». Jesús realizó en presencia de los discípulos otras muchas señales que no están escritas en este libro. Estas han sido escritas para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre.

Oración introductoria
¡Señor mío y Dios mío! Ten compasión de mí porque, como Tomás, hay ocasiones en que dudo de mi fe. En este domingo que me invitas a contemplar tu inmensa misericordia, que me muestras tu costado y tus llagas, y me invitas a experimentar tu cercanía por medio de la oración, no puedo más que decir: ¡Tú, Señor, eres mi Dios!

Petición
Te pedimos Señor que nos concedas la gracia de ser dignos de la bienaventuranza: "Dichosos los que crean sin haber visto" Con la fe, nuestra vida será inmensamente dichosa, serena, sencilla y feliz. ¡Con Cristo resucitado!

Meditación del Papa Francisco
Jesús se apareció de nuevo en el cenáculo, en medio de los discípulos: Tomás también estaba; se dirigió a él y lo invitó a tocar sus llagas. Y entonces, aquel hombre sincero, aquel hombre acostumbrado a comprobar personalmente las cosas, se arrodilló delante de Jesús y dijo: “Señor mío y Dios mío”.
Las llagas de Jesús son un escándalo para la fe, pero son también la comprobación de la fe. Por eso, en el cuerpo de Cristo resucitado las llagas no desaparecen, permanecen, porque aquellas llagas son el signo permanente del amor de Dios por nosotros, y son indispensables para creer en Dios. No para creer que Dios existe, sino para creer que Dios es amor, misericordia, fidelidad. San Pedro, citando a Isaías, escribe a los cristianos: “Sus heridas nos han curado”.
San Juan XXIII y san Juan Pablo II tuvieron el valor de mirar las heridas de Jesús, de tocar sus manos llagadas y su costado traspasado. No se avergonzaron de la carne de Cristo, no se escandalizaron de él, de su cruz; no se avergonzaron de la carne del hermano, porque en cada persona que sufría veían a Jesús. Fueron dos hombres valerosos, llenos de la parresia del Espíritu Santo, y dieron testimonio ante la Iglesia y el mundo de la bondad de Dios, de su misericordia.» (Homilía de S.S. Francisco, 27 de abril de 2014).
Jesús nos invita a mirar sus llagas, nos invita a tocarlas, como a Tomás, para sanar nuestra incredulidad. Nos invita, sobre todo, a entrar en el misterio de sus llagas, que es el misterio de su amor misericordioso. (Homilía de S.S. Francisco, 12 de abril de 2015).

Reflexión
Hace tiempo tuve la oportunidad de asistir, en Roma, a una exposición de la obra pictórica de Caravaggio. Y de entre todos los cuadros, verdaderamente geniales, recuerdo uno que me llamó mucho la atención: la profesión de fe del apóstol Tomás ante Cristo resucitado. Nuestro Señor, vuelto a la vida después del Viernes Santo, se aparece en el Cenáculo a sus discípulos, con los signos evidentes de la crucifixión en sus manos y en sus pies. Y en esta pintura, Jesús resucitado muestra a Tomás su costado abierto por la lanza del soldado, invitándolo a meter su mano en el pecho traspasado. El apóstol, totalmente fuera de sí, acerca su dedo y su mirada confundida para contemplar de cerca las señales de la pasión de su Maestro y comprobar, de esta manera, la veracidad de su resurrección.

Personalmente, cuando yo leo el Evangelio de este domingo, me parece excesiva y empedernida la incredulidad de Tomás: "Si no veo en sus manos la señal de los clavos -dice-, ni no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no creeré". ¡Demasiadas condiciones y exigencias para dar el paso de la fe!

Y, sin embargo, nuestro Señor, con su infinita bondad y comprensión, como siempre, condesciende con su apóstol incrédulo. Él no estaba obligado a complacer las exigencias y el capricho de su apóstol, pero lo hace para darle más elementos para creer. Le presenta las manos, los pies, el costado, y permite incluso que meta su dedo en la herida de su corazón. ¡A ver si así termina de convencerse! Ante la evidencia de los signos y la gran misericordia de su Maestro, Tomás queda rendido y conquistado, y concluye con una hermosísima profesión de fe, proclamando la divinidad de Jesús: "¡Señor mío y Dios mío!".

Esta fe, aunque grandiosa en su profesión, está muy lejos de ser perfecta, al haber sido precedida de tantas evidencias. Pero el Señor acepta, igualmente, su acto de fe y aprovecha para felicitar y bendecir a todos aquellos que creerían en Él sin haberlo visto.

Nosotros, como Tomás, somos duros, pragmáticos, rebeldes. Tomás es un perfecto representante del hombre de nuestro tiempo. De todos los tiempos. De cada uno de nosotros. ¡Cuántas pruebas exigimos para creer! ¡Cuántas resistencias interiores y cuánto empedernimiento antes de doblegar nuestra cabeza y nuestro corazón ante nuestro Señor! Exigimos tener todas las pruebas y evidencias en la mano para dar un paso hacia adelante. Si no, como Tomás, ¡no creemos! Como se dice vulgarmente, “no damos un paso sin huarache”.

Creemos a nuestros padres porque son nuestros padres y porque sabemos que ellos no nos pueden engañar; creemos al médico en el diagnóstico de una enfermedad, aun cuando no estamos seguros de que acertará; creemos a los científicos o a los investigadores porque saben más que nosotros y respetamos su competencia respectiva, aunque muchas veces se equivocan. Y, sin embargo, nos sentimos con el derecho y la desfachatez de oponernos a Dios cuando no entendemos por qué Él hace las cosas de un determinado modo… ¿Verdad que somos ridículos y tontos?

Nosotros nos comportamos muchas veces como el bueno de Tomás. Tal vez su incredulidad y escepticismo eran fruto de la crisis tan profunda en la que había caído. ¡En sólo tres días habían ocurrido cosas tan trágicas, tan duras y contradictorias que le habían destrozado totalmente el alma! Su Maestro había sido arrestado, condenado a muerte, maltratado de una manera bestial, colgado de una cruz y asesinado. Y ahora le vienen con que ha resucitado… ¡Demasiado bello para ser verdad! Seguramente habría pensado que con esas cosas no se juega y les pide que lo dejen en paz. Había sido tan amarga su desilusión como para dar crédito a esas noticias que le contaban ahora sus amigos…

A nosotros también nos pasa muchas veces lo mismo. Nos sentimos tan decepcionados, tan golpeados por la vida y tan desilusionados de las cosas como para creer que Cristo ha resucitado y realmente vive en nosotros. Nos parece una utopía, una ilusión fantástica o un sueño demasiado bonito para que sea verdad. Y, como Tomás, exigimos también nosotros demasiadas pruebas para creer.

Nuestra incredulidad es también fruto de la mentalidad materialista, mecanicista y fatuamente cientificista de la educación técnica y pragmática del mundo moderno, que se resiste a todo lo que no es empíricamente verificable. Exactamente igual que Tomás.

Pero la fe es, por definición, creer lo que no vemos y dar el libre asentimiento de nuestra mente, de nuestro corazón y de nuestra voluntad, a la palabra de Dios y a las promesas de Cristo, aun sin ver nada, confiados sólo en la autoridad de Dios, que nos revela su misterio de salvación. Esto nos enseña el Catecismo de la Iglesia Católica. Es lo que aprendimos desde niños. Es lo que nos dice también el capítulo 11 de la carta a los Hebreos. Y, sin embargo, ¡cuánto nos cuesta a veces confiar en Cristo sin condiciones!

Pero sólo Cristo resucitado tiene palabras de vida eterna y el poder de darnos esa vida eterna que nos promete. ¡Porque es Dios verdadero y para Él no hay nada imposible!

Acordémonos, pues, del apóstol Tomás y de la promesa de Cristo: "Dichosos los que crean sin haber visto". La fe es un don de Dios que transforma totalmente la existencia y la visión de las cosas.

 
Preguntas o comentarios al autor  P. Sergio Córdova LC



Segundo Domingo de Pascua o de la Divina Misericordia

"En nuestros tiempos, muchos son los fieles cristianos de todo el mundo que desean exaltar esa misericordia divina en el culto sagrado y de manera especial en la celebración del misterio pascual, en el que resplandece de manera sublime la bondad de Dios para con todos los hombres.

Acogiendo pues tales deseos, el Sumo Pontífice Juan Pablo II se ha dignado disponer que en el Misal Romano, tras el título del Segundo Domingo de Pascua, se añada la denominación "o de la Divina Misericordia" ..... " (Fragmento del Decreto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, de 5 de mayo de 2000.

Indulgencias en el Segundo Domingo de Pascua o de la Divina Misericordia:

"Se concede la indulgencia plenaria, con las condiciones habituales (confesión sacramental, comunión eucarística y oración por las intenciones del Sumo Pontífice) al fiel que, en el domingo segundo de Pascua, llamado de la Misericordia divina, en cualquier iglesia u oratorio, con espíritu totalmente alejado del afecto a todo pecado, incluso venial, participe en actos de piedad realizados en honor de la Misericordia divina, o al menos rece, en presencia del santísimo sacramento de la Eucaristía, públicamente expuesto o conservado en el Sagrario, el Padrenuestro y el Credo, añadiendo una invocación piadosa al Señor Jesús misericordioso (por ejemplo, "Jesús misericordioso, confío en ti")".

DIVINA MISERICORDIA: ESTA ES LA VERDADERA HISTORIA DE LA IMAGEN


Divina Misericordia: 
Esta es la verdadera historia de la imagen



 (ACI).- Esta imagen le fue revelada a Santa Faustina en 1931 y Jesús mismo le pidió que se pintara. Luego el Señor le explicaría su significado y lo que los fieles alcanzarán con ella. No obstante Santa Faustina lloró al ver que la imagen, en su opinión, “no reflejaba” toda la belleza de Jesús, pero Él la animó.

Tres imágenes significativas se pintaron cuando se empezó a propagar la devoción a la Divina Misericordia. La primera es la que se hizo según indicaciones de Santa Faustina y por la mano de Eugenio Kazimirowski, culminada en 1934.

El segundo cuadro fue hecho por encargo de la Congregación de la Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia en 1942 y por el artista Estanislao Batowski, pero, durante la insurrección de Varsovia, la capilla y la imagen fueron consumidas por el fuego. Luego se le encomendó al artista pintar otra para la Capilla de la Divina Misericordia en Cracovia.

Por ese entonces el pintor Adolfo Hyla llegó a la casa cracoviana de la Congregación con la propuesta de pintar un cuadro como voto por haberse salvado en la guerra. Le dieron una estampa de la Divina Misericordia y las descripciones de Santa Faustina. El pintor terminó el cuadro en 1943 y fue bendecida en la capilla por el P. Andrasz, confesor de Faustina.

Más adelante llegó la imagen de Batowski, pero sólo el cuadro de Hyla se quedó en la capilla por recomendación del Cardenal Adan Sapieha, quien lo eligió porque había sido pintado como voto.

Como el cuadro de Hyla no entraba en el altar a la Misericordia, en la capilla, el pintor hizo una imagen más pequeña, que fue bendecida el Segundo Domingo de Pascua de 1944 también por el P. Andrasz. En 1954 el artista repintó el lienzo, eliminando la pradera y el matorral que había puesto, y colocó el fondo oscuro con el suelo bajo los pies de Jesús.

Esta imagen de Hyla se hizo famosa por las gracias que recibían los fieles y es la más difundida en el mundo. De esta manera se cumplió el pedido de Jesús a Santa Faustina: “Deseo que esta imagen sea venerada primero en su capilla y en el mundo entero”.

La revelación

Cuenta Santa Faustina en su diario: “Al anochecer, estando en mi celda, vi al Señor Jesús vestido con una túnica blanca. Tenía una mano levantada para bendecir y con la otra tocaba la túnica sobre el pecho. De la abertura de la túnica en el pecho, salían dos grandes rayos: uno rojo y otro pálido”.

“Después de un momento, Jesús me dijo: Pinta una imagen según el modelo que ves, y firma: ‘Jesús, en ti confío’. Deseo que esta imagen sea venerada primero en su capilla y [luego] en el mundo entero”.

Jesús le señaló: “Prometo que el alma que venera esta imagen no perecerá. También prometo, ya aquí en la tierra, la victoria sobre los enemigos y, sobre todo, a la hora de la muerte. Yo mismo la defenderé como mi gloria”.

Otro día, estando Santa Faustina en oración, Cristo le dijo: “Los dos rayos significan la Sangre y el Agua. El rayo pálido simboliza el Agua que justifica a las almas. El rayo rojo simboliza la Sangre que es la vida de las almas”.

“Ambos rayos brotaron de las entrañas más profundas de mi misericordia cuando mi Corazón agonizante fue abierto en la cruz por la lanza. Estos rayos protegen a las almas de la indignación de mi Padre. Bienaventurado quien viva a la sombra de ellos, porque no le alcanzará la justa mano de Dios”.

Santa Faustina contaba todo esto a su confesor, el actual Beato P. Miguel Sopocko, quien designó al pintor Eugenio Kazimirowski para que realizara la imagen según las indicaciones de la santa.

“Una vez, cuando estaba en [el taller] de aquel pintor que pintaba esa imagen, vi que no era tan bella como es Jesús. Me afligí mucho por eso, sin embargo lo oculté profundamente en mi corazón”, escribió Santa Faustina en su diario.

“Fui a la capilla y lloré muchísimo. ¿Quién te pintará tan bello como Tú eres? Como respuesta oí estas palabras: ‘No en la belleza del color, ni en la del pincel, está la grandeza de esta imagen, sino en Mi gracia’”.

CREO EN LA MISERICORDIA DIVINA


Creo en la misericordia divina
Una devoción orientada a descubrir, agradecer y celebrar la infinita misericordia de Dios revelada en Jesucristo.


Por: P. Fernando Pascual | Fuente: Catholic.net 




Los católicos acogemos un conjunto de verdades que nos vienen de Dios. Esas verdades han quedado condensadas en el Credo. Gracias al Credo hacemos presentes, cada domingo y en muchas otras ocasiones, los contenidos más importantes de nuestra fe cristiana.

Podríamos pensar que cada vez que recitamos el Credo estamos diciendo también una especie de frase oculta, compuesta por cinco palabras: "Creo en la misericordia divina". No se trata aquí de añadir una nueva frase a un Credo que ya tiene muchos siglos de historia, sino de valorar aún más la centralidad del perdón de Dios, de la misericordia divina, como parte de nuestra fe.

Dios es Amor, como nos recuerda san Juan (1Jn 4,8 y 4,16). Por amor creó el universo; por amor suscitó la vida; por amor ha permitido la existencia del hombre; por amor hoy me permite soñar y reír, suspirar y rezar, trabajar y tener un momento de descanso.

El amor, sin embargo, tropezó con el gran misterio del pecado. Un pecado que penetró en el mundo y que fue acompañado por el drama de la muerte (Rm 5,12). Desde entonces, la historia humana quedó herida por dolores casi infinitos: guerras e injusticias, hambres y violaciones, abusos de niños y esclavitud, infidelidades matrimoniales y desprecio a los ancianos, explotación de los obreros y asesinatos masivos por motivos raciales o ideológicos.

Una historia teñida de sangre, de pecado. Una historia que también es (mejor, que es sobre todo) el campo de la acción de un Dios que es capaz de superar el mal con la misericordia, el pecado con el perdón, la caída con la gracia, el fango con la limpieza, la sangre con el vino de bodas.

Sólo Dios puede devolver la dignidad a quienes tienen las manos y el corazón manchados por infinitas miserias, simplemente porque ama, porque su amor es más fuerte que el pecado.

Dios eligió por amor a un pueblo, Israel, como señal de su deseo de salvación universal, movido por una misericordia infinita. Envió profetas y señales de esperanza. Repitió una y otra vez que la misericordia era más fuerte que el pecado. Permitió que en la Cruz de Cristo el mal fuese derrotado, que fuese devuelto al hombre arrepentido el don de la amistad con el Padre de las misericordias.

Descubrimos así que Dios es misericordioso, capaz de olvidar el pecado, de arrojarlo lejos. "Como se alzan los cielos por encima de la tierra, así de grande es su amor para quienes le temen; tan lejos como está el oriente del ocaso aleja Él de nosotros nuestras rebeldías" (Sal 103,11-12).

La experiencia del perdón levanta al hombre herido, limpia sus heridas con aceite y vino, lo monta en su cabalgadura, lo conduce para ser curado en un mesón. Como enseñaban los Santos Padres, Jesús es el buen samaritano que toma sobre sí a la humanidad entera; que me recoge a mí, cuando estoy tirado en el camino, herido por mis faltas, para curarme, para traerme a casa.

Enseñar y predicar la misericordia divina ha sido uno de los legados que nos dejó San Juan Pablo II. Especialmente en la encíclica Dives in misericordia (Dios rico en misericordia), donde explicó la relación que existe entre el pecado y la grandeza del perdón divino: "Precisamente porque existe el pecado en el mundo, al que Dios amó tanto... que le dio su Hijo unigénito, Dios, que es amor, no puede revelarse de otro modo si no es como misericordia. Esta corresponde no sólo con la verdad más profunda de ese amor que es Dios, sino también con la verdad interior del hombre y del mundo que es su patria temporal" (Dives in misericordia n. 13).

Además, san Juan Pablo II quiso divulgar la devoción a la divina misericordia que fue manifestada a santa Faustina Kowalska. Una devoción que está completamente orientada a descubrir, agradecer y celebrar la infinita misericordia de Dios revelada en Jesucristo. Reconocer ese amor, reconocer esa misericordia, abre el paso al cambio más profundo de cualquier corazón humano, al arrepentimiento sincero, a la confianza en ese Dios que vence el mal (siempre limitado y contingente) con la fuerza del bien y del amor omnipotente.

Creo en la misericordia divina, en el Dios que perdona y que rescata, que desciende a nuestro lado y nos purifica profundamente. Creo en el Dios que nos recuerda su amor: "Era yo, yo mismo el que tenía que limpiar tus rebeldías por amor de mí y no recordar tus pecados" (Is 43,25). Creo en el Dios que dijo en la cruz "Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen" (Lc 23,34), y que celebra un banquete infinito cada vez que un hijo vuelve, arrepentido, a casa (Lc 15). Creo en el Dios que, a pesar de la dureza de los hombres, a pesar de los errores de algunos bautizados, sigue presente en su Iglesia, ofrece sin cansarse su perdón, levanta a los caídos, perdona los pecados.

Creo en la misericordia divina, y doy gracias a Dios, porque es eterno su amor (Sal 106,1), porque nos ha regenerado y salvado, porque ha alejado de nosotros el pecado, porque podemos llamarnos, y ser, hijos (1Jn 3,1).

A ese Dios misericordioso le digo, desde lo más profundo de mi corazón, que sea siempre alabado y bendecido, que camine siempre a nuestro lado, que venza con su amor nuestro pecado. "Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo quien, por su gran misericordia, mediante la Resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha reengendrado a una esperanza viva, a una herencia incorruptible, inmaculada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros, a quienes el poder de Dios, por medio de la fe, protege para la salvación, dispuesta ya a ser revelada en el último momento" (1Pe 1,3-5).

FOTOGRAFÍAS DE PAPA FRANCISCO EN LAS VÍSPERAS DE LA DIVINA MISERICORDIA










sábado, 2 de abril de 2016

SABÍAS QUE PUEDES OBTENER UNA INDULGENCIA PLENARIA


¿Sabías que puedes obtener una indulgencia plenaria el Domingo de la Misericordia?
Por Abel Camasca

 (ACI).- Durante las apariciones del Señor de la Divina Misericordia a Santa Faustina, Cristo aseguró varias gracias a los que se acercaran a su misericordia. San Juan Pablo II, más adelante, instituyó oficialmente la indulgencia plenaria para esta fiesta.

“Deseo que la Fiesta de la Misericordia sea refugio y amparo para todas las almas y, especialmente, para los pobres pecadores… El alma que se confiese y reciba la Santa Comunión obtendrá el perdón total de las culpas y de las penas… Que ningún alma tema acercarse a mí, aunque sus pecados sean como escarlata”, dijo el Señor en una promesa que hizo a Santa Faustina Kowalska en una de las apariciones místicas que le concedió.

En el 2002, esta promesa de Cristo se hizo “oficial” en la Iglesia cuando, por mandato de San Juan Pablo II, la Santa Sede publicó el “decreto sobre las indulgencias recibidas en la Fiesta de la Divina Misericordia”, un don que también puede alcanzar a los enfermos y los navegantes en altamar.

En el segundo domingo de Pascua, que este año se celebra el 3 de abril, se concede la indulgencia plenaria, con las condiciones habituales (confesión sacramental, comunión eucarística y oración por las intenciones del Sumo Pontífice) al fiel que participe en actos de piedad realizados en honor de la Misericordia divina.

“O al menos rece, en presencia del Santísimo Sacramento de la Eucaristía, públicamente expuesto o conservado en el Sagrario, el Padrenuestro y el Credo, añadiendo una invocación piadosa al Señor Jesús misericordioso (por ejemplo, ‘Jesús misericordioso, confío en ti’)”, dice el texto del decreto.

Asimismo se concede indulgencia parcial “al fiel que, al menos con corazón contrito, eleve al Señor Jesús misericordioso una de las invocaciones piadosas legítimamente aprobadas”.

También los enfermos y las personas que los asisten, los navegantes, los afectados por la guerra, las vicisitudes políticas o la inclemencia de los lugares “y todos los que por justa causa no pueden abandonar su casa o desempeñan una actividad impostergable en beneficio de la comunidad, podrán conseguir la indulgencia plenaria”.

Esto siempre y cuando, con total rechazo de cualquier pecado y con la intención de cumplir, en cuanto sea posible, las tres condiciones habituales recen “frente a una piadosa imagen de nuestro Señor Jesús misericordioso, el Padrenuestro y el Credo, añadiendo una invocación piadosa al Señor Jesús misericordioso”.

Asimismo, si ni siquiera se pudiera hacer lo antes descrito, podrán obtener la indulgencia plenaria “los que se unan con la intención a los que realizan del modo ordinario la obra prescrita para la indulgencia y ofrecen a Dios misericordioso una oración y a la vez los sufrimientos de su enfermedad y las molestias de su vida, teniendo también ellos el propósito de cumplir, en cuanto les sea posible, las tres condiciones prescritas para lucrar la indulgencia plenaria”.

Jesucristo también prometió a Santa Faustina que cuando se rece la Coronilla de la Divina Misericordia junto a los moribundos se pondrá “entre el Padre y el alma agonizante no como el Juez justo sino como el Salvador misericordioso”.

LECTURAS BÍBLICAS DEL DOMINGO 3 DE ABRIL 2016 - FIESTA DE LA DIVINA MISERICORDIA


Lecturas
2º Domingo de Pascua – Ciclo C
Domingo 3 de Abril de 2016

“Que Jesús resucitado en medio de nosotros nos alegre y dé su Paz“

Odresnuevos Evangelio 3 abril 2016 color

Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (5,12-16):

Los apóstoles hacían muchos signos y prodigios en medio del pueblo. Los fieles se reunían de común acuerdo en el pórtico de Salomón; los demás no se atrevían a juntárseles, aunque la gente se hacia lenguas de ellos; más aún, crecía el número de los creyentes, hombres y mujeres, que se adherían al Señor. La gente sacaba los enfermos a la calle, y los ponía en catres y camillas, para que, al pasar Pedro, su sombra, por lo menos, cayera sobre alguno. Mucha gente de los alrededores acudía a Jerusalén, llevando a enfermos y poseídos de espíritu inmundo, y todos se curaban.

Palabra de Dios    

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Salmo
Salmo Responsorial: 117,2-4.22-24.25-27a

R/. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia

Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia. R/.

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo. R/.

Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.
Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios, él nos ilumina. R/.

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Segunda lectura
Lectura del libro del Apocalipsis (1,9-11a.12-13.17-19):

Yo, Juan, vuestro hermano y compañero en la tribulación, en el reino y en la constancia en Jesús, estaba desterrado en la isla de Patmos, por haber predicado la palabra, Dios, y haber dado testimonio de Jesús. Un domingo caí en éxtasis y oí a mis espaldas una voz potente que decía: «Lo que veas escríbelo en un libro, y envíaselo a las siete Iglesias de Asia.» Me volví a ver quién me hablaba, y, al volverme, vi siete candelabros de oro, y en medio de ellos una figura humana, vestida de larga túnica, con un cinturón de oro a la altura del pecho. Al verlo, caí a sus pies como muerto. Él puso la mano derecha sobre mí y dijo: «No temas: Yo soy el primero y el último, yo soy el que vive. Estaba muerto y, ya ves, vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del abismo. Escribe, pues, lo que veas: lo que está sucediendo y lo que ha de suceder más tarde.»

Palabra de Dios

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Evangelio
Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Juan (20,19–31)

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos.
Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros.»
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor.
Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.»
Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados! quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor.»
Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.»
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: «Paz a vosotros.»
Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.»
Contestó Tomás: «¡Señor Mío y Dios Mío!»
Jesús le dijo: «¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto.»
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Éstos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo tengáis vida en su nombre.

Palabra del Señor

Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola
Jn, 20,19–31

NO SEAS INCRÉDULO SINO CREYENTE

La figura de Tomás como discípulo que se resiste a creer ha sido muy popular entre los cristianos. Sin embargo, el relato evangélico dice mucho más de este discípulo escéptico. Jesús resucitado se dirige a él con unas palabras que tienen mucho de llamada apremiante, pero también de invitación amorosa: «No seas incrédulo, sino creyente». Tomás, que lleva una semana resistiéndose a creer, responde a Jesús con la confesión de fe más solemne que podemos leer en los evangelios: «Señor mío y Dios mío».

¿Qué ha experimentado este discípulo en Jesús resucitado? ¿Qué es lo que ha transformado al hombre hasta entonces dubitativo y vacilante? ¿Qué recorrido interior lo ha llevado del escepticismo hasta la confianza? Lo sorprendente es que, según el relato, Tomás renuncia a verificar la verdad de la resurrección tocando las heridas de Jesús. Lo que le abre a la fe es Jesús mismo con su invitación.

A lo largo de estos años, hemos cambiado mucho por dentro. Nos hemos hecho más escépticos, pero también más frágiles. Nos hemos hecho más críticos, pero también más inseguros. Cada uno hemos de decidir cómo queremos vivir y cómo queremos morir. Cada uno hemos de responder a esa llamada que, tarde o temprano, de forma inesperada o como fruto de un proceso interior, nos puede llegar de Jesús: «No seas incrédulo, sino creyente».

Tal vez necesitamos despertar más nuestro deseo de verdad. Desarrollar esa sensibilidad interior que todos tenemos para percibir, más allá de lo visible y lo tangible, la presencia del Misterio que sostiene nuestras vidas. Ya no es posible vivir como personas que lo saben todo. No es verdad. Todos, creyentes y no creyentes, ateos y agnósticos, caminamos por la vida envueltos en tinieblas. Como dice Pablo de Tarso, a Dios lo buscamos «a tientas».

¿Por qué no enfrentarnos al misterio de la vida y de la muerte confiando en el Amor como última Realidad de todo? Esta es la invitación decisiva de Jesús. Más de un creyente siente hoy que su fe se ha ido convirtiendo en algo cada vez más irreal y menos fundamentado. No lo sé. Tal vez, ahora que no podemos ya apoyar nuestra fe en falsas seguridades, estamos aprendiendo a buscar a Dios con un corazón más humilde y sincero.

No hemos de olvidar que una persona que busca y desea sinceramente creer, para Dios es ya creyente. Muchas veces, no es posible hacer mucho más. Y Dios, que comprende nuestra impotencia y debilidad, tiene sus caminos para encontrarse con cada uno y ofrecerle su salvación.

SIETE COSAS QUE DEBES SABER SOBRE EL DOMINGO DE LA DIVINA MISERICORDIA; 3 DE ABRIL


7 cosas que debes saber sobre el Domingo de la Divina Misericordia
Por Diego López Marina



 (ACI).- La Iglesia está cerca de la celebración del segundo Domingo de Pascua o Domingo de la Divina de la Misericordia. ¿Qué es y por qué es tan importante este día para los católicos? Estas son 7 cosas que debes saber al respecto:

1. ¿Qué es el Domingo de la Misericordia?

Esta celebración se lleva a cabo en el segundo Domingo de Pascua. Se basa en las revelaciones privadas de Santa Faustina Kowalska, religiosa polaca que recibió mensajes de Jesús sobre su Divina Misericordia en el pueblo de Plock, Polonia.

[Puede leer: 5 de octubre: Santa Faustina Kowalska, servidora del Señor de la Divina Misericordia]

2. ¿Cuándo empezó a formar parte del calendario de la Iglesia?

En el año 2000 el Papa Juan Pablo II canonizó a Santa Faustina y durante la ceremonia declaró: “así pues, es importante que acojamos íntegramente el mensaje que nos transmite la palabra de Dios en este segundo domingo de Pascua, que a partir de ahora en toda la Iglesia se designará con el nombre de ‘Domingo de la Divina Misericordia’”. [Homilía, 30 de Abril, 2000]


3. Si esto se basa en una revelación privada, ¿por qué se encuentra en el calendario de la Iglesia?

En su comentario teológico sobre el mensaje de Fátima, el entonces Cardenal Joseph Ratzinger, ahora Papa Emérito Benedicto XVI, escribió: “podemos añadir que a menudo las revelaciones privadas provienen sobre todo de la piedad popular y se apoyan en ella, le dan nuevos impulsos y abren para ella nuevas formas. Eso no excluye que tengan efectos incluso sobre la liturgia, como por ejemplo muestran las fiestas del Corpus Domini y del Sagrado Corazón de Jesús”.

4. ¿Qué hace la Iglesia para animar a la celebración de la devoción a la Divina Misericordia en este día?

Entre otras cosas, ofrece una indulgencia plenaria: “para hacer que los fieles vivan con intensa piedad esta celebración, el mismo Sumo Pontífice (Juan Pablo II) ha establecido que el citado domingo se enriquezca con la indulgencia plenaria para que los fieles reciban con más abundancia el don de la consolación del Espíritu Santo y cultiven así una creciente caridad hacia Dios y hacia el prójimo, y una vez obtenido de Dios el perdón de sus pecados, ellos a su vez perdonen generosamente a sus hermanos”. [Decreto de la Penitenciaría Apostólica del 2002]

5. ¿Qué es la imagen de la Divina Misericordia?

Esta imagen le fue revelada a Santa Faustina en 1931 y Jesús mismo le pidió que se pintara. Luego el Señor le explicaría su significado y lo que los fieles alcanzarán con ella.

En la mayoría de versiones Jesús se muestra levantando su mano derecha en señal de bendición, y apuntando con su mano izquierda sobre su pecho fluyen dos rayos: uno rojo y otro blanco.

“El rayo pálido simboliza el Agua que justifica a las almas. El rayo rojo simboliza la Sangre que es la vida de las almas (….). Bienaventurado quien viva a la sombra de ellos” (Diario, 299). Toda la imagen es un símbolo de la caridad, el perdón y el amor de Dios, conocida como la "Fuente de la Misericordia".

[Puede leer: El significado de la imagen de la Divina Misericordia]

6. ¿Qué es la Coronilla de la Divina Misericordia?

La Coronilla es un conjunto de oraciones utilizadas como parte de la devoción a la Divina Misericordia.

Se suele rezar a las 3:00 pm (el momento de la muerte de Jesús) utilizando las cuentas del Santo Rosario, pero con un conjunto diferente de oraciones. Puede acceder a la Coronilla en el siguiente enlace.

7. ¿Está la devoción a la Divina Misericordia vinculada a las lecturas del Evangelio del Segundo Domingo de Pascua?

La imagen de la Divina Misericordia representa a Jesús en el momento en que se aparece a los discípulos en el Cenáculo -tras la resurrección-, cuando se les da el poder de perdonar o retener los pecados.

Este momento está registrado en Juan 20: 19-31, que es la lectura del Evangelio de este domingo.

La lectura se coloca en ese día porque incluye la aparición de Jesús al apóstol Tomás (en la que Jesús lo invita a tocar sus llagas). Este evento ocurrió en el octavo día después de la Resurrección (Juan 20:26) y por ello se utiliza en la liturgia ocho días después de la Pascua.





Traducido y adaptado por Diego López Marina. Publicado originalmente en National Catholic Register.
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