martes, 5 de diciembre de 2017

LA ACTITUD DE UN CRISTIANO


La actitud de un cristiano



¿Cuál debería ser la actitud del cristiano cuando se encuentra en una situación difícil y angustiosa en una prueba severa?

¡Sólo puede haber una actitud! ¡Una confianza sencilla e inamovible en Dios! Una negativa a mirar la circunstancia difícil y disposición a mirar por sobre ella. La única manera de lograr esto, es vivir muy cerca de Dios. De la manera como el turbo permite que el aeroplano conserve toda su potencia a una altura de diez mil metros, altura en que el avión ordinario ha perdido los cuatro quintos de su potencia, así el cristiano que camina con Dios, con el oído atento y en obediencia, conserva las fuerzas en los más rudos altibajos de la vida.

La realidad es que Dios es más poderoso que cualquier tentación o peligro. La persona que tiene a Dios en el corazón es invencible.

Es cierto que a veces parece que Dios pone a sus hijos en situaciones de profunda dificultad. Los arrincona en callejones sin salida produciendo una situación que la discreción humana jamás habría admitido.

En esos períodos las palabras de Jesús "Si puedes creer, al que cree todo le es posible" (Marcos 9: 23), resuenan con renovado significado. Debe comprenderse que este tipo de fe en Dios es la forma más práctica de enfrentar los problemas de la vida: no se trata de sentido común, de visión, ni de razón. Es tomar literalmente la Palabra de Dios y pedirle su cumplimiento. La experiencia revela que este tipo de fe no hace que el sol amanezca más temprano, pero hace que la noche parezca más corta.

Francis Browne cuenta la historia de un pequeño grupo de peregrinos que sentados en la playa hacían un recuento de sus pérdidas. Uno contaba de un barco que se había hundido con toda su familia. Otro hacía memorias de una dulce juventud ya perdida y otros hablaban de oro que ya se había desvanecido, de honores perdidos y de amigos sin fe. Un desconocido que parecía estar libre de pena dijo:

-Tristes pérdidas habéis relatado, pero la mía es más pesada, porque he perdido la fe que tenía en el corazón.

¡Ay! -dijeron los peregrinos-, forastero, la tuya es la pérdida más grande y la última que se tiene en la vida.

La pérdida más grande de la vida, es la pérdida de la fe. La ansiedad de Cristo por hacer que Pedro retuviera su fe, dice un escritor, sólo admite una explicación. El no se interpuso entre Pedro y el fracaso, pero entre él y la pérdida de su fe. Cuando un hombre pierde la honra, la verdad y el carácter, está perdido; pero cuando pierde la fe sufre la mayor pérdida.

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